Hace más de 500 años, antes de que los europeos llegaran a tierras americanas, las preferencias sexuales se trataron en Mesoamérica de manera mucho más natural que en Occidente. Es decir, simplemente se aceptaba que había otros géneros más allá del dictado por el cuerpo físico; había quien se sentía mujer siendo físicamente hombre, o viceversa, o, simplemente, se sabía que algunos sentían atracción por el mismo sexo.
La palabra nahua, xochihua significa literalmente "el que porta la flor", y según la versión de Fray Bernardino de Sahagún “El xochihua se vestía como mujer, hablaba como mujer, corrompía, confundía y engañaba a las personas y poseía la flor". Es decir, era un especie de travesti en el mundo mexica.
Luego de la colonización, en el siglo XVI nacieron en el Istmo de Tehuantepec, específicamente en Juchitán, Oaxaca, las muxes, zapotecas que son los dos géneros sin que ello cause escándalo alguno. Y, de hecho, tienen un rol social importante, ya que hacen labores asignadas para las mujeres, y suelen quedarse en el hogar a cuidar de los padres cuando son ancianos.
La diversidad sexual, así, se ha practicado en México desde tiempos prehispánicos, un reconocimiento que se dio de manera orgánica a una pluralidad que ha existido desde siempre.
El mundo de las muxes, desde luego, ha generado expectación y asombro en todo el mundo, y por ello se documenta constantemente, como una manera de inducir al mundo, por medio de una cultura milenaria, a la inclusión de la diversidad sexual a la que tanto miedo hemos tenido, como a todo lo que sale de la "norma" social.
Las siguientes son fotografías de Nuria López, publicadas en el País: