"La nostalgia es el ingrediente que nos une a todos" afirma una de las voces que narran en la nueva serie de Netflix "Las crónicas del taco".
Sin duda, es la nostalgia la que mantiene activas a casi todas nuestras tradiciones. El mundo podría desbordarse, cambiar absolutamente y en todos los sentidos, pero muchos de nosotros nos empeñamos en compartir lo más rico de la existencia con los demás y de repetir una y otra vez experiencias que, alguna vez, nos conquistaron.
La gastronomía es un asunto de nostalgia, sobre todo la mexicana pues, a diferencia de otras cocinas a lo largo del mundo, la nuestra nació en las casas, de la cotidianidad del pueblo y, en muchos casos, como consecuencia de la necesidad.
Por eso nuestra comida callejera es tan representativa, porque imita la calidez familiar, en un formato económico y portátil y casi todos los mexicanos nos valemos de ella para sobrevivir al día.
La comida de la calle, dicen en "Las crónicas del taco" es "fruto del hambre y del ingenio". Y el más icónico platillo callejero —uno que tiene decenas de variaciones a lo largo del país— es el taco.
Todo lo que el taco significa
Esta excepcional y halagadora propuesta de Netflix genera un acercamiento íntimo e informado de seis tacos clásicos a lo largo de seis interesantes capítulos: Carnitas, Barbacoa, Guisado, Pastor, Asada y Canasta.
Además de mostrar la historia, los ingredientes originales, las versiones contemporáneas y los sitios ligados a los seis tacos presentados; "Las crónicas del taco" se concentra en las relaciones que cada uno implica y en el trabajo inmenso que hay detrás de estas delicias.
Periodistas, investigadores, cocineras, taqueros y taqueras, consumidores, productores de alimentos, campesinos, guardianas del maíz nativo, todos los agentes involucrados en la existencia del taco tienen voz a lo largo de esta serie. Sus historias, sus ambiciones, su amor por México y su comida, sus razones para estar en el negocio: cada detalle suma al acabado de la serie y del sabor.
Como bien dice Julio Patán para Milenio, los tacos no son solo un platillo, son una forma de comer. Y, necesariamente, implican diversidad, pues cada taco ha nacido de la combinación de, por lo menos, dos tradiciones: la de una etnia indígena (que va cambiando según la región del país de donde sea originario un taco) y la gastronomía española.
Si consideramos a todas las etnias mexicanas que han existido y a los grupos migrantes de todas partes del mundo que han habitado México, no es descabellado afirmar que el taco es infinito.
A la producción de Netflix y Canana Films no se le escapa esta complejidad y sabe pintarla bien. El taco y los procesos que lo rodean son representados de forma genuina y concentrándose en detalles insospechados.
Tal vez su único error es la exageración en el tono de los narradores, que tratan de darle voz propia a cada taco; este detalle se queda muy flojo y suena de pronto falso. Aunque la impecable fotografía y el carisma de los entrevistados los salva.
Es notable cómo una forma genuina de visualizar México le favorece muchísimo a la producción: el paisaje es espectacular para donde veas, el humor cálido de la gente desborda y la comida, así como es, se antoja muchísimo. México no necesita ninguna clase de maquillaje para mostrar su mejor cara.
Y, aunque algunos puedan pensar que los procesos de producción parecen exagerados, el retrato es justo, pues en realidad lo que está detrás de cualquier taco es épico: desde sembrar el maíz para hacer la tortilla, cultivar los ingredientes de las salsas, matar a los animales para obtener la carne, hasta levantarse diario en la madrugada para preparar todo.
Como también se señala en la serie, tiene algo de egoísta comerse un taco que no preparó uno mismo, porque esta comida tan sencilla implica una serie de odiseas y muchísimo cariño. Todo esto se manifiesta en "Las crónicas del taco" y por eso es imperdible.
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