De esa excitante frontera entre lo impío y lo refrescante, en la cual se debaten tarde o temprano todas las tradiciones, emergen los Niños Dios más extravagantes que hayas visto jamás. Se trata de encarnaciones de David Bowie, Superman, El Santo, Flash, Gokú o un cholo, que se hacen presentes en una de las fiestas mexicanas más significativas.
El Día de la Candelaria, que se celebra el 2 de febrero, es una de las tradiciones más vigorosas del calendario mexicano. En esta fecha se acostumbra llevar a bendecir al Niño Dios a la iglesia, y es cuando aquellos que sacaron el muñequito en la rosca de Reyes deben ofrecer tamales al resto. Sin embargo, como suele ocurrir con toda tradición, llega un punto donde esta tiene que “adaptarse” para resonar entre las nuevas generaciones.
El exuberante remix de los Niños Dios surgió con Ricardo Bahena Román, un ingeniero mecatrónico de 27 años, quien desde hace un tiempo decidió intervenir las figuras hechas originalmente por artesanos de Morelos y Estado de México. A continuación se dispuso a ofrecerlas vía Internet y la respuesta fue intensa: clientes varios que, encantados, le han adquirido alguna de sus piezas; pero también aquellos que lo atacan por sacrílego y lo tachan de payaso.
Ante la polémica que ocasionalmente desata su trabajo, Ricardo advierte, en entrevista para Aristegui Noticias, que su intención no es ofender a nadie ni alterar la tradición. Por el contrario, lo que se propone es “refrescar” esta costumbre y, de hecho, acercarla a las nuevas generaciones a través de figuras que son importantes en los nuevos imaginarios. En pocas palabras parece que estamos ante un caso más de la remezcla de símbolos culturales como un vehículo de divulgación.
No es una burla, al contrario, es diversificar al Niño Dios para que entre a otros lugares donde pues muchos jóvenes ya no están cerca, me parece que a muchos jóvenes ya no les interesa retomar esa cultura, no les interesa conservar esas costumbres y con esto tratamos de que ‘ah, bueno, yo quiero tener uno’ y tenerlo dentro de sus hogares o que lo ocupen como decoración, ahora sí que ya es personal.