La Orquesta Imposible logra trasladar al plano social una gran experiencia estética, al vincular el arte con el apoyo para niñas y mujeres mexicanas durante la pandemia.
Cuando cualquier expresión artística se sale de su propio círculo de producción, pasan cosas inesperadas. Se tejen puentes entre esferas que generalmente no dialogan entre sí. Y el proyecto de La Orquesta Imposible logró hacer justo eso.
En realidad no importa si al concebir la idea Alondra de la Parra, directora mexicana, lo hizo con esa intención. Lo cierto es que con la ejecución del proyecto logró vincular a artistas que no se hubieran encontrado de otra manera, hacer una buena interpretación del Danzón No. 2 de Arturo Márquez y, sobre todo, generar una red de apoyo para unas de las personas más afectadas durante la pandemia en México: mujeres y niñas.
Hay que recordar que la violencia doméstica aumentó de forma notable durante la pandemia. Este dato se vuelve tangible con el incremento del número de llamadas de denuncias, como muestra el análisis del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
¿Cómo funciona el apoyo de La Orquesta Imposible?
El proyecto decidió buscar a dos fundaciones, que hacen un trabajo destacable en México, para canalizar todos los fondos generados por La Orquesta Imposible. La primera, Fondo Semillas,"es una organización feminista que trabaja, desde hace 30 años, por un país donde todas las mujeres tengan acceso a educación, salud, empleo digno, a tomar sus propias decisiones, a la justicia y a la felicidad." La segunda, Save the Children México, desarrolla programas para niños mexicanos y atienden temas "de educación, salud e higiene, nutrición, prevención de la violencia, erradicación del trabajo y explotación infantil".
Si te interesa apoyar a la iniciativa con una donación, lo puedes hacer aquí.
Gran gestión, grandes artistas
Alondra de la Parra logró reunir a artistas talentosos como los violonchelistas Nicolas Altstaedt y Jan Vogler; el tenor Rolando Villazón, nacido en México; la trompetista Sarah Willis; el oboísta Albrecht Mayer, de Alemania, y el percusionista Christoph Sietzen.
También se contó con la espectacular participación de la bailarina mexicana Elisa Carrillo Cabrera del Ballet Estatal de Berlín, que baila una coreografía del artista británico Christopher Wheeldon. Y a la cual Alondra se refiere como una encarnación de la música.
A los músicos los grabaron en grupos no mayores a tres personas, varias veces, en diferentes localidades del mundo como Berlín, Valencia, París, Nueva York, etc. Después de cuatro meses de producción, Alondra de la Parra supervisó la mezcla de las grabaciones.
Aquí te dejamos una probada.
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