Alguna vez se describió como una monja feliz, y en una entrevista narró cómo de pequeña una toalla en la cabeza se colocaba y jugaba a ser religiosa. La hermana Consuelo Morales de la Congregación de Notre-Dame, Canónigas de San Agustín, en la misma entrevista, ha descrito cómo tenía desde la Iglesia una inquietud, que le picaba incesantemente, para incidir en la justicia.
¿Cómo desde su congregación hacerlo? Con esta búsqueda fundó una de las organizaciones sociales más viejas de México, y con ello, naturalmente, contribuyó a la formación de una sociedad civil que no espera a que desde el gobierno sean resueltos los problemas; en 1993 creó Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C. (CADHAC).
Desde entonces ha hecho acompañamiento a cientos de ciudadanos que sobre todo tienen problemas frente a la justicia, cuando por su condición económica y social carecen de los medios para ser tomados en cuenta. Hay que decirlo, en México desde hace muchos años, incluso desde la conquista, la justicia suele ser selectiva.
Sus años más activos
Desde que en el 2007 el expresidente Felipe Calderón declarara la Guerra contra el Narcotráfico, como él mismo la llamó, las desapariciones forzadas comenzaron a agravarse, y la violencia creció exponencialmente. Morales desde Nuevo León comenzó a acompañar a cientos de víctimas de esta violencia colateral.
El año pasado, Morales obtuvo el Premio Nacional de Derechos Humanos 2015, lo recibió de manos del presidente Enrique Peña Nieto e hizo una puntualización sobre cómo ninguna reforma tiene sentido de no ser fortalecidos los derechos humanos. Una crítica directa de alguien que ha acompañado el dolor de otros:
Con respeto y humildad me atrevo a decirle que su legado se juega también en esta materia (derechos humanos). Hemos visto que ningún plan de reformas económicas puede prosperar si no está basado en el fortalecimiento del Estado de derecho, que ponga en el centro los derechos humanos. Rezo a mi Dios, que es el Dios del amor, para que lo guíe en esta tarea.
Desde el 2007 Morales ha asesorado a cientos de madres, hermanos, esposas, que han sentido el sufrimiento de un pariente perdido, y lo ha hecho, no desde su oficina; desde los ministerios públicos, procuradurías, cárceles… Quizá uno de las penas más fuertes para el espíritu es la de tener a un ser querido extraviado, sin conocer realmente su condición,
Entre este aparato de justicia maltrecho Morales ha sido amenazada e incluso en algún momento empresarios poderosos enviaron al entonces Cardenal Adolfo Suárez Rivera informes que concluían que Consuelo era un peligro; sugerían encarcelarla.
Morales, así, es una de las principales activistas en una de las crisis de derechos humanos más complejas y peligrosas en este país. Arriesga su vida, lo hace desde los senderos más intrincados como el sistema de justicia, acompañando a los sin voz y a los que llevan un dolor profundo… Lo anterior desde su buen humor y una manera de ver la vida ligera. Un combo que hace que la admiremos, y ojalá le aprendamos.
*Imagen: Patricia Williams