Entre todas sus aportaciones, este científico mexicano ha ayudado a corroborar que la teoría del Big Bang va por buen camino.
Las publicaciones de Carlos Frenk, cosmólogo mexicano, están enlistadas en un scroll interminable; son joyas científicas e incluso literarias. Porque, por la naturaleza de los temas que aborda el científico, es inevitable que sus palabras inciten un viaje de preguntas y despierten vibrantes emociones sobre la arquitectura del cosmos; el origen de todo. Pero si tuviéramos que abstraer dos de sus aportaciones más ingentes, habría que hablar de sus trabajos sobre la materia negra (que conforma gran parte del espacio) pero, sobre todo, de su análisis sobre las galaxias más antiguas del universo.
El profesor de la Universidad de Durham, Inglaterra, no descubrió a estos antiguos cuerpos cósmicos, lo que hizo, junto con otros científicos, fue coleccionar todos los datos que tenían sobre ellos e interpretarlos dentro del esquema evolutivo del universo. Esto permitió corroborar que la teoría del nacimiento del universo como lo conocemos, el Big Bang, va por buen camino. Estas galaxias, vecinas de la Vía Láctea, tienen cerca de 13,000 millones de años de antigüedad. Este descubrimiento, como lo ha explicado Frenk en diversas entrevistas a medios, es el equivalente a encontrar los primeros huesos humanos en la Tierra. La edad del universo es de 14,000 millones de años, eso quiere decir que estas galaxias serían el equivalente a las primeras horas de nacimiento de un bebé en la vida humana, como ha explicado el cosmólogo. Son los primeros ladrillos del Universo.
Estas reliquias son muy difíciles de observar en un telescopio, incluso usando los más potentes del mundo, como el VLT en Chile, porque, entre otras cosas, son muy pequeñas. Tienen el equivalente a cerca de 2% de las estrellas que hay en toda la Vía Láctea.
Carlos Frenk estudió Física en la Universidad Nacional Autónoma de México en los años setenta. También trabajó como:
investigador postdoctoral en la Universidad de California, primero en Berkeley de 1981 a 1983, luego en Santa Bárbara de 1983 a 1984. Hizo su postdoctorado en la Universidad de Sussex de 1984 a 1985. Al año siguiente fue nombrado profesor en la Universidad de Durham, donde, en 2001, fue nombrado miembro de la Cátedra Ogden de Física Fundamental.
A la fecha el cosmólogo mexicano sigue trabajando para resolver algunas de las preguntas más básicas, pero no por eso menos profundas sobre el universo.
Cuando, por un segundo, nos detenemos a ver el cielo y cotejamos lo que vemos con toda esta información, es imposible no sentirse absolutamente insignificante. Pero, por otro lado, hay algo increíblemente preciado, incluso misterioso, en saber que formas parte de todo este engranaje cósmico que apenas podemos dilucidar.
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