“Patrimonio, es nuestra riqueza y lo que nos define como sociedad y por lo tanto, debemos cuidarlo y respetarlo”… ¿Se escucha bien, no? Sin embargo, el primer paso es saber de la existencia de éste mismo patrimonio pues, aunque parezca obvio, ¿cómo podemos valorar y proteger aquello que desconocemos?
En el municipio de Yecapixtla, en el estado de Morelos, se encuentran unas pinturas rupestres que llaman la atención por lo elaborado de su manufactura y simbolismo.
Este sitio, ubicado dentro de un prominente abrigo rocoso al pie de una barranca, se encuentra como ya mencionamos, en el municipio de Yecapixtla y a unos cuantos kilómetros de distancia del poblado de Achichipico; de ahí que a estos vestigios prehispánicos se les conozca comúnmente como “las pinturas rupestres de Achichipico“.
Esta comunidad se encuentra, a su vez, muy cercana a la vecina Nepantla. Así, entre la cuna de Sor Juana y un plato de cecina ¡dos gigantes profundamente enraizados en la cultura popular contemporánea!, nos encontramos con esta apacible comunidad que pasa desapercibida en lo que a patrimonio cultural se refiere…
Sin embargo, me atrevo a decir que el mérito histórico y patrimonial de la menospreciada Achichipico podría competir fácilmente contra sus vecinos “gigantes” y si bien, quizá no estar a la par de ellos, pero si realizar un muy decoroso papel dentro del campo de la riqueza patrimonial.
¿Qué me lleva a realizar dicha aseveración?. Como ustedes podrán ver en el video que siempre acompaña a mis escritos, en esta comunidad sus habitantes refieren el encontrar comúnmente objetos prehispánicos entre sus milpas… ¡Yo mismo al andar por sus campos mientras realizaba esta investigación encontré los restos de navajillas de obsidiana!. Pero estos hallazgos, realmente muy cotidianos en ciertas regiones de nuestro país, no son el motivo que me llevó hasta Achichipico…
Todo empezó con una llamada telefónica. Del otro lado de la línea se encontraba mi amigo Neftali Galván, arqueólogo que se perfila para convertirse en leyenda (¡si no es que ya lo es!) junto con otros amigos de su generación. La conversación telefónica fue, palabras más, palabras menos; como sigue:
-Hola, Eduardo. ¿Cómo estás?
-Bien, gracias, Neftali. ¿Qué cuentas?
-Pues fíjate que tenemos reportes de unas pinturas rupestres por Cuautla... Ernesto (otro gran amigo mío y teólogo de profesión) y yo iremos a tratar de localizarlas. ¿Nos acompañas en este viaje?
-Siiiiiii.- respondí entusiasmado.
De esta manera fue como empezó la aventura. Concluí la llamada con Neftali y “me clavé” a buscar información en internet.
Al utilizar el buscador de la computadora y visualizar en pantalla algunas imágenes, me di cuenta que ya anteriormente había encontrado datos sobre esas pinturas… Pero ignoraba su ubicación: “Achichipico!!… ¿Dónde queda esa comunidad?”. Así, me dediqué a indagar un poco mas… “Mmm… Se encuentra en el municipio de Yecapixtla!” (no puedo negar que de inmediato también pensé en cecina). Ubiqué el teléfono del gobierno municipal y llamé preguntando por la persona a cargo del área de turismo quien, por cierto, resultó más difícil de localizar que las mismas pinturas rupestres (de hecho, nunca pude localizar a este funcionario público). Finalmente pude contactar a la Regidora de Turismo quien no tenía información sobre las pinturas rupestres de su municipio, pero que amablemente me habló, entre otras cosas… ¡de las bondades de la cecina! De esta manera me di cuenta que, en lo que respecta a las pinturas rupestres, no obtendría ninguna orientación por parte de las autoridad es locales (¡que raro!).
Continúe buscando en internet. Encontré algunos artículos especializados. En uno de ellos se mencionaba lo escasamente documentado del sitio y la destrucción y pérdida de gran parte de el mismo. Continúe leyendo los artículos que encontraba. Los imprimí y preparé mis equipos para este nuevo recorrido.
Al día siguiente, Neftali, Ernesto y yo, iniciamos un primer intento de aproximación a las pinturas. Neftali había conseguido a través de sus contactos unas coordenadas en GPS que, ¡según!, eran las de el abrigo rocoso que buscábamos. Pero al acercarnos a Achichipico nos dimos cuenta que eran inexactas (¡nos alejaban varios kilómetros!); así que decidimos aproximarnos “a tientas”, a través de las milpas, buscando a simple vista abrigos rocosos en las colinas del horizonte.
Al poco rato de haber iniciado la incursión nos topamos (¡creo que lo asustamos!) con un campesino que comía entre las milpas y quien nos dijo que el “nunca había visto las pinturas rupestres” (triste decepción) pero que si tenía una idea de donde se encontraban (alegre esperanza); pero que la ruta que seguíamos en ese momento nos llevaba al borde de una barranca “y por ahí no podrán bajar”, nos advirtió. Ni modo. Tuvimos que des andar lo caminado… ¡Así es esto de la exploración!
La segunda acometida la realizamos desde el pueblo, partiendo de la orilla de Achichipico y, ¡para buena suerte!, esta vez contamos con la ayuda de un habitante de la localidad quien sí había visto las pinturas y que amablemente nos condujo hasta ellas… Pero esta parte de la historia, así como una interpretación del simbolismo de las pinturas rupestres, la pueden ver en el video adjunto al presente artículo…
Dicho lo anterior y para cerrar los cabos sueltos, volveré al inicio de mi narración en donde mencioné que “nuestro patrimonio es parte de nuestra identidad” y que debemos valóralo… Pero no podemos valorar aquello de lo que desconocemos su existencia ¡y justo por esta razón es que realizo y comparto los vídeos de mis viajes!: para dar a conocer, entre otros muy variados temas, que en Yecapixtla existe algo mas que la cecina (tomen nota, por favor, “autoridades turísticas” del lugar) y para que se implementen las medidas necesarias para su cuidado y preservación.
Para concluir y dar cierre a mis ideas, quiero comentar que hace unos meses publiqué en este mismo espacio, un artículo sobre otro sitio arqueológico "abandonado" en Texcoco… Como parte de la retroalimentación de los lectores, una persona me “reclamó” que difundiera este tipo de lugares pues “las personas se enteran y van a destruirlos y saquearlos”. En este sentido, la mayoría de las veces esa destrucción (vandalismo) se realiza por los habitantes de las propias comunidades, mientras que el saqueo, digamos que “especializado” lo llevan acabo “individuos muy enterados” de estos temas y que saben de estos sitios desde muchos años, incluso décadas atrás… Así que el aporte a la difusión que yo realizo me parece que más que ir en detrimento de la conservación, aporta al rescate de los mismos vestigios pues nos ayuda a crear conciencia y a preservarlos… ¿O acaso, después de leer y ver este artículo, ustedes seguirán pensando que lo único valioso en Yecapixtla es la cecina?.
*Ve más videos como este en el canal Somos Nómadas en YouTube.