La milpa no es solo un sistema de cultivo mesoamericano, es un espacio esencial donde se cultiva y diseña la identidad.
Este microecosistema convive armónico con el ambiente y es, por eso, una muestra viva de que el ser humano puede colaborar con la naturaleza –de la que forma parte–; dialogar con ella para preservar el mundo simbólico, espiritual y matérico de la tierra.
En Yucatán encontramos uno de los mejores ejemplos para valorar la milpa y entender lo fundamental que es para el país; pensemos en la seguridad alimentaria o la biodiversidad (en México existen 64 razas de maíz nativo).
Ich Koo, la milpa maya
La milpa maya tiene más de 3 mil 500 años de historia y el maíz es el pilar de las antiguas culturas. Recordemos, como se ilustra en el Popol Vuh, que el humano está hecho de maíz; es el principio del cuerpo, la palabra, las creencias y narrativas de esta cultura.
Quizá por ese estrecho vínculo, la península de Yucatán tiene el mayor número de milpas en todo México. Como muchos de estos cultivos a lo largo del país, se caracteriza por la siembra de maíz, frijol y calabaza, entre otros, pero lo que hace particularmente interesante a la milpa maya es el contexto en la que está inscrita: la selva tropical más grande de Mesoamérica y la segunda más grande de América.
En esta región la milpa ha sido fundamental para conservar la selva, pues forma parte de ella. A través de usos y prácticas sustentables ha facilitado el secuestro de carbono, contribuyendo a la biodiversidad. Esta incluye: "160 especies cultivadas y cosechadas, 40 especies de animales y 600 especies de hierbas medicinales. El maíz nativo es utilizado por el 86% de los productores con más de 10 variedades", según la FAO.
Para los mayas, el espacio de la milpa es un lugar en el que se siembra y cultiva, pero también uno que fomenta la colectividad y promueve la transmisión intergeneracional de conocimientos. Abuelos y abuelas conviven con los más jóvenes y comparten el respeto, amor y azoro que sienten por el mundo natural. La milpa es sagrada.
La milpa maya es cosmovisión cultural
Que en la milpa se cultive la identidad y la cosmovisión maya no es solo un dicho, es un hecho. Las personas que trabajan la milpa son guardianas de un conocimiento ancestral que permite que este sistema de cultivo exista tal y como lo conocemos, pero también que refleja toda la relación que tienen con su entorno. Por ejemplo, su fino conocimiento del clima. Cuentan con tipologías para identificar las lluvias, 16 tipos de nubes y cerca de 20 tipos de suelo. Todo eso sin tomar en cuenta todo lo que saben sobre las plantas, desde los nombres hasta sus usos medicinales, alimentarios y espirituales.
En la milpa se llevan a cabo rituales y ceremonias comunitarias que muestran el profundo respeto que tienen por la naturaleza. Esta cultura cree que la selva tiene conciencia y en ella habitan espíritus que la protegen. Esa forma de relacionarse con la vida ha permitido no solo que esta milenaria cultura esté viva, sino que haya un buen manejo de los recursos naturales en la región. La milpa es una casa fértil para la lengua maya y todos los elementos que hacen a estas personas lo que son.
Seguridad alimentaria
La milpa maya, como las demás, tiene una alta resistencia climática. Eso garantiza un flujo de alimentos para las comunidades, pero también de ella se obtiene alimento para mantener a otros animales que viven en los hogares mayas.
Además, la dieta de la milpa es altamente nutritiva y, contrario a lo que muchos pueden pensar, variada. En las milpas de la península de Yucatán podemos encontrar, por ejemplo: tomate (p’aak), calabaza (xka’), camote (lis) y chile (chawa lik) de varios tipos. Cada milpa es única y convive con otras especies que son fundamentales para el planeta, como la abeja. En la región destaca la melipona, que se caracteriza por no tener aguijón, hacer panales con formas fractales y producir una miel con muchas propiedades medicinales.
Muchos otros medios de subsistencia están asociados con la milpa maya: la caza, la recolección en el bosque (para leña, carbón o materiales de construcción), los solares (la compleja y bella parcela de los hogares mayas), la ganadería y las plantas medicinales.
La milpa maya es uno de los tesoros más valiosos de México. Es un elemento del paisaje natural y cultural que muestra que el territorio se hace. Quizá, pocas cosas puedan dar más sentido a nuestra existencia que vivirnos con y para la tierra, donde el cuerpo, la palabra y espíritu se manifiestan en una colectividad multiespecie.