Reconocidos o no por la Iglesia Católica, hay un vasto universo de la religión en México dedicado a santos por demás importantes para la cultura del país. Se trata de figuras ante las cuales cientos y miles de fieles se persignan y depositan su fe.
A los santos se les venera en ocasiones especiales, y desde la época prehispánica se vienen realizando diversas prácticas en torno a diversas deidades, lo cual se ha tejido actualmente en un sincretismo fascinante. El día de muertos (o día de Todos los Santos) es una fecha en la que dicho sincretismo se hace presente de manera aún más grandilocuente, lo que consta por ejemplo en los grandes festejos en la Ciudad de México durante el siglo XIX, donde tumbas y altares se adornaban con jarrones y flores de cempoalxóchitl, coronas de flores artificiales y cientos de veladoras.
Pero además existen en México cientos de fiestas dedicadas a los santos patrones, y millares de altares permanentes para decenas de santos con quienes se acude en momentos difíciles, existiendo de por medio un profundo respeto a su imagen y a lo que hicieron en vida.
Y es que se trata de figuras históricas inmortalizadas por sus acciones, que se quedaron en la conciencia popular y emergieron más tarde como referentes religiosos. Existen, por supuesto, los santos canonizados por la Iglesia Católica —el papa Juan Pablo II realizó el mayor número de estas canonizaciones en México—, de los cuales hay algunos masivamente venerados, con los cuales se entreteje también esta historia de santos y santas “no oficiales”, también llamados piratas o informales.
Esta multitud de figuras que pueblan la fe colectiva son también nexos de historias que se tejen de manera fascinante y que nos dicen mucho de la sociedad mexicana; de sus problemas, de sus miedos, de lo que aborrecen y, también, de sus esperanzas.
Estos son algunos de los más raros santos en esta trama, ¿los conocías?
Juan Soldado
De nombre Juan Castillo Morales, este militar de Tijuana fue acusado del asesinato de una menor, aunque la madre de ésta aseguró que él no había sido y hasta le dejó flores en el lugar donde lo fusilaron. Su fama creció en la década del 40, y ahora se le conoce en Tijuana como "el santo violador". Según el historiador Paul J. Vanderwood, todo surgió porque en su tumba ocurrían señales divinas; pero según los propios creyentes, la veneración surge porque se trataba de un hombre inocente que afrontó valientemente su condena y que ahora hace milagros.
Santo Toribio Romo
Se trata de uno de los 24 mártires de las Guerras Cristeras hechos santos en 1992. Toribio Romo es conocido como el santo de los migrantes porque algunas historias le aducen milagros en la frontera. Todo comenzó cuando Jesús Gaytán, un mexicano que intentó cruzar la frontera en los 70, se perdió en el camino, siendo salvado de morir de hambre en el desierto por un hombre que sólo le dijo: "cuando tengas trabajo y dinero, búscame en Santa Ana de Guadalupe. Pregunta por Toribio Romo". Gaytán descubriría más tarde que se trataba de un santo. Desde entonces, las esposas de los migrantes le rezan a Toribio Romo por el bienestar de sus maridos en la frontera, para que los cuiden como cuidó a Jesús Gaytan.
El Niño Fidencio
José Fidencio Síntora Constantino nació en 1898 cerca de la villa de Yuriria en Guanajuato. De luchar en la Revolución a ser curandero, Fidencio se decantó por la segunda. Esto lo llevó a Nuevo León, donde ejercería su profesión y se consagraría su fama, misma que abarcó rápidamente a todo el país. Se le llama El Niño Fidencio porque, se dice, nunca se desarrolló sexualmente y tenía voz aguda, como de niño. Sus fieles actuales aseguran que, a partir de "encausadores" del poder del santo (llamados cajitas), el Niño Findencio sigue curando.
La Cabora
Teresa Urrea, nacida el 15 de octubre de 1873 en Ocoroni, Sinaloa, fue una taumaturga —o curandera— con visiones con las cuales podía predecir el futuro. Ella aprendió de curación y hierbas de Huila, una vieja curandera a la que frecuentaba; pero las visiones le vinieron de las convulsiones que sufría y que la dejaban en trance. Huila fue quien esparció más tarde el rumor de sus poderes, por lo cual el rincón de Sinaloa llamado Cabora en el que vivía se comenzó a hacer punto de frecuentes romerías, y los yaquis y mayos adoptaron a la Santa de Cabora como una líder y médium espiritual. Murió exiliada, a la simbólica edad de 33 años.
Jesús Malverde
Jesús Juárez Mazo, el santo por excelencia de los narcotraficantes —pero también de las miles de personas a las que rodea este negocio— nació en 1870 en Sinaloa. No tuvo nada que ver con narcotráfico, pero según consta se trataba de un ladrón caritativo que daba a los pobres lo que robaba, y se dice que murió ejecutado por las autoridades en 1909. Su primera capilla fue instalada en 1969 en Culiacán, aunque ahora ya hay muchas más en estados como Chihuahua, Baja California y en la Ciudad de México.
La Santa Muerte
Cobró relevancia en 1920, época en la cual la muerte estaba presente en el imaginario colectivo tras los sucesos de la Revolución. Vestida de negro —aunque a veces también de rojo o rosa—, con su simbólica guadaña y rodeada de oro y plata, esta figura se aparece entre las plantas medicinales de los mercados, como el Sonora de la Ciudad de México. Y también al otro lado de la frontera, donde cientos de migrantes la veneran en altares públicos de las comunidades latinas.
Pancho Villa
Ni más ni menos que el bandolero y revolucionario del norte, Panchito Villa, forma parte de las figuras a las cuales se les reza en México. En Coahuila su imagen puede encontrarse en los centros de abasto, en los cuales se venden estampas, veladoras, perfumes y otros objetos con su imagen para los altares y para pedirle protección mediante rezos y ofrendas, pues la gente tiene bien presente que Villa era persona obsequiosa y daba lo que podía a quienes le rodeaban.
*Referencias:
Santos fronterizos: la Santa de Cabora
Saint Toribio Romo González
Laguneros entregan su devoción a Pancho Villa
*Imágenes: 1) Jorge Carballo; 2) Millenio Especial