Los mixtecos, una de las minorías indígenas más fuertes del país, se ha desarrollado a lo largo de los milenios entre los estados de Guerrero, Oaxaca y Puebla. En su momento se llegó a creer que han estado presentes desde una época anterior a la del cultivo del maíz –alrededor de 5000 a.C.–. Desde entonces, se inició el proceso de sedentarización, principalmente en zonas como Monte Negro, Yucuita y Cerro de las Minas, aunque su gran florecimiento tuvo lugar en el Posclásico durante un importante refinamiento artístico y cultural.
Con la Conquista española, los mixtecos tuvieron que vivir una serie de alteraciones en su dinámica de vida. Se dice que a cambio del sometimiento a la autoridad de la Corona, los señores mixtecos podían conservar algunos privilegios; sin embargo, la realidad es que los mixes, junto con los mexicas y zapotecos, fueron las únicas tribus que sobrevivieron a los ataques españoles. Inclusive aún hasta la fecha, se autonombran como Los Jamás Conquistados, junto con los mixes y zapotecos. De alguna manera, esto ha sido logro de una resiliencia latente que ha nacido desde sus orígenes –e inclusive desde el mito creador.
Los mixtecos poseen un historial de orgullo étnico cuya identidad comunitaria ha fortalecido sus orígenes mitológicos. Si bien la cosmovisión mixteca comparte elementos de las tradiciones mesoamericanas, como creer que el mundo había pasado ya por una serie de creaciones y destrucciones, para este pueblo guerrero el principio era un caos cuyos espíritus, llamados calendáricos, Ometecuhtli y Omecíhuatl, representan el principio dual de todo el universo. Estas dos divinidades separaban la luz de la oscuridad, la tierra del agua, el arriba del abajo, creando así los cuatro dioses creadores que habrían de dar nacimiento a los otros y a la humanidad –con base en el maíz–.
En su libro Mitos y leyendas de los aztecas, incas, mayas y muiscas, Walter Krickeberg, etnólogo y americanista alemán, reunió una serie de mitos, leyendas y crónicas; entre ellos se encuentra el mito mixteco de la creación. Te lo compartimos:
En el año y en el día de la oscuridad y tinieblas, antes que hubiese días, ni años, estando el mundo en grande oscuridad, que todo era caos y confusión, estaba la tierra cubierta de agua, sólo había limo y lama sobre la haz de la tierra. En aquel tiempo, dicen los indios que aparecieron visiblemente un dios que tuvo por nombre ‘un ciervo’, y por sobrenombre ‘culebra de león’; y una diosa muy linda y hermosa, cuyo nombre era ‘un ciervo’ y por sobrenombre ‘culebra de tigre’. Estos dos dioses dicen haber sido principio de los demás dioses que los indios tuvieron. Luego que aparecieron estos dos dioses en el mundo y, con figura humana, cuentan las historias de esta gente, que con su omnipotencia y sabiduría hicieron y fundaron una grande Peña [sacándola fuera del agua] sobre la cual edificaron unos muy suntuosos palacios, hechos con grandísimo artificio, adonde fue su asiento y morada en la tierra. Encima de lo más alto de la casa y habitación de estos dioses estaba una hacha de cobre, el corte hacia arriba, sobre la cual estaba el cielo. Esta peña y palacios de los dioses estaba en un cerro muy alto, junto al pueblo de Apoala que está en la provincia que llaman Mixteca Alta. Esta peña en lengua de la gente tenía por nombre: “lugar donde estaba el cielo”. [Quisieron significar en esto, que era lugar de paraíso y gloria, donde había suma felicidad y abundancia de todo bien, sin haber falta de cosa alguna. Éste fue el primer lugar que los dioses tuvieron para su morada en la tierra, adonde estuvieron muchos siglos en lugar ameno y deleitable, estando en este tiempo el mundo en oscuridad y tinieblas… Estando pues, estos dioses, padre y madre de todos los dioses, en sus palacios y corte], tuvieron dos hijos varones muy hermosos, discretos y sabios en todas las artes. El primero se llamó “viento de nueve culebras”, que era nombre tomado del día en que nació. El segundo se llamó “viento de nueve cavernas”, que también fue nombre del día de su nacimiento. Estos dos niños fueron criados en mucho regalo. El mayor cuando quería recrearse se volvía en águila, la cual andaba volando por los altos. El segundo también se transformaba en un animal pequeños, figura de serpiente, que tenía alas con que volaba por los aires con tanta agilidad y sutileza que entraba por las peñas y paredes y se hacía invisible; de suerte que los que estaban abajo, sentían el ruido y estruendo que hacían ambos dos. Tomaban estas figuras para dar a entender el poder que tenían para transformarse y volverse a la que antes tenían. Estando pues estos hermanos en la casa de sus padres, gozando de mucha tranquilidad, acordaron de hacer ofrenda y sacrificio a los dioses sus padres, para lo cual tomaron unos como incensarios de barro con unas brasas, sobre las cuales echaron cierta cantidad de beleño molido, el lugar de incienso. Esta dicen los indios que fue la primera ofrenda que se hizo en el mundo. Ofrecido este sacrificio, hicieron estos dos hermanos un jardín para su recreación, en el que cual pusieron muchos géneros de árboles que llevaban flores y rosas, y otros que llevaban frutas, muchas hierbas de olor y otras especies. En este jardín y huerto se estaban de ordinario recreando y deleitando: junto al cual hicieron otro prado muy hermoso en el cual había todas las cosas necesarias para las ofrendas y sacrificios que habían de hacer a los dioses sus padres… Hacían asimismo oraciones, votos y promesas a sus padres y pedíanles que por virtud de aquel beleño que les ofrecían y los demás sacrificios que les hacían que tuviesen por bien hacer el cielo y que hubiese claridad en el mundo: que se fundase la tierra o por mejor decir, apareciese, y las aguas se congregasen, pues no había otra cosa para su descanso, sino aquel pequeño vergel. Para más obligarles a que hiciesen esto que pedían, se punzaban las orejas con unas lancetas de pedernal, para que saliesen gotas de sangre. Lo mismo hacían en las lenguas, y esta sangre la esparcían y echaban sobre los ramos de los árboles y plantas con un hisopo de una rama de un sauce, como cosa santa y bendita…
Después de haber referido los hijos e hijas que [además] tuvieron aquellos dioses marido y mujer… dicen los indios que hubo un diluvio general, donde muchos dioses se ahogaron. Después de pasado el diluvio se comenzó la creación del cielo y la tierra por el dios que en su lengua llamaron “Creador de todas las cosas”. Restauróse el género humano y de aquesta manera se pobló aquel reino mixteco.
El origen de los mixtecos se atribuye a dos árboles altivos, soberbios y ufanos, hasta que los deshojó el viento. Estaban a las márgenes de un río en la [entonces todavía] reiterada soledad de Apoala, entre las montañas de lo que después fue población. Este río nace del encañado de dos montes, que forman en medio una calle, como si fueran cortados a tajo abierto. Al pie de uno hace boca una oquedad o cueva… De las venas de este río crecieron los árboles, que produjeron los primeros caciques, varón y hembra. De aquí por generación se aumentaron y extendieron, poblando un dilatado reino.
*Imagen: 1) Árbol de Apoala, grabado anónimo; 2) Danza y Culturas