Este cultivo, del cual en México crecen hasta 64 tipos distintos, es un distintivo gastronómico de México. Fue domesticado por hombres mesoamericanos hace siglos, quienes encontraron en él una gama increíble de propiedades medicinales —analgésicas y antioxidantes, y muchas más—. A ello, se suman recientes descubrimientos que demuestran que este alimento picoso es un potente agente anticancerigeno.
Recientemente se ha comprobado otra de sus magnificas virtudes: el chile puede de ser un gran sustituto de la sal. Un estudio publicado por la American Heart Association’s Journal comprobó que el chile puede servir para mitigar las graves consecuencias asociadas al alto consumo de sodio, como la alta presión arterial, la diabetes y las enfermedades en los riñones.
Los investigadores encontraron, en una prueba realizada con más de 500 adultos, que aquellos que consumen chile rebajan su consumo de sal de manera considerable, disminuyendo así su nivel arterial y sanguíneo. Y es que el químico principal de este cultivo, la capsaicina, estimula las mismas zonas cerebrales que la sal —estas son la ínsula y la corteza orbitofrontal—, haciendo creer al cerebro que está consumiendo sal.
Así, el chile no sólo es suculento por la experiencia sensorial que transmite —la cual es casi adictiva, al estimular también zonas del cerebro que se activan en momentos de peligro—, también por sus amplios y comprobados beneficios. Aunado a ello, la gama de sabores que puede transmitir y las formas que puede adoptar, ya sea en salsas o como ingrediente en infinidad de guisos y recetas, no conoce límites.
Si bien el estudio fue hecho pensando en el consumo de este cultivo en la cocina asiática, también es una muestra más de lo mucho que nuestra tradición culinaria tiene que ofrecer. Nuestra cocina presenta un menú saludable y repleto de beneficios, el cual puede constituir, incluso, la dieta vegana ideal. Y afortunadamente, el chile es un ingrediente clave de ese menú, siendo indispensable en casi cualquier platillo mexicano que se pueda pensar: Mole, gucamole, enchiladas, tacos, tamales, sopas, una infinidad de salsas e incluso en bebidas de chocolate.
Así, no tenemos que irnos muy lejos ni estar a merced de salsas comerciales. Podemos comprar salsas hechas artesanalmente o prepararlas nosotros mismos, con recetas exquisitas como esta de la etnia indígena de los Pames, en San Luis Potosí. Un privilegio más de habitar territorio mexicano.
*Imágenes: 2) Flickr Steve Bridger