El totomoxtle es la hoja del maíz. Y los incautos podrán pensar que es basura; porque cuando de maíz se trata, lo que añoramos es el dorado que las hojas están resguardando. Pero el totomoxtle es un material resistente y versátil. El afamado chef mexicano Enrique Olvera decora uno de sus postres con cenizas de esta hoja y las artesanías hechas con totomoxtle son muy populares en algunas partes del país.
El diseñador mexicano Fernando Laposse dedicó una colección completa a este material, que además de ser sustentable (porque es, por supuesto, orgánico), es signo de la amplia biodiversidad que aún se alberga en México. El totomoxtle puede ser pintado, pero naturalmente, el pigmento del maíz lo tiñe del color del grano. Hay totomoxtle blanco, amarillo, rosa, rojo, morado, azulado, porque el maíz nativo no se apena cuando se trata de variabilidad.
Para Laposse este fantástico fenómeno genético es el pretexto central para trabajar con totomoxtle. El maíz nativo está en peligro, porque los cultivos transgénicos siguen ganando terreno. Las múltiples variedades nativas del fruto representan un linaje campesino muy largo, que significa mucho para quienes aún viven de la milpa. Por otro lado, es evidente que el maíz (especialmente en su versión más sofisticada: la tortilla) es un símbolo fundamental de la vida mexicana.
El campo y el acto de cultivar, son terrenos (materiales y conceptuales) que han adquirido un segundo plano en un país que continúa siendo, en muchos sentidos, rural. A Laposse le preocupa. Y es evidente que este diseñador ama el maíz. Utilizar el totomoxtle y reivindicar su valía material, es una manera de ampliar el valor total de la planta. Laposse quiere conservar este fruto y también las vidas que lo rodean.
Es valioso reflexionar en torno al acto de conservar. La palabra en sí tiene una connotación negativa: le llamamos conservador, coloquialmente, a quien parece detestar el cambio; sin embargo, conservar también es el acto de mantener la mayor cantidad de posibilidades abiertas. Mientras que conservar no sea imponer, es valioso hacerlo. Entre más variabilidad podamos asegurarnos en nuestras vidas cotidianas, más líneas creativas podemos construir. ¿Te habías imaginado el totomoxtle así?