Es claro que las antiguas culturas de México tenían una relación estrecha con los cielos y sus misterios. No solamente le rendían culto a deidades inspiradas en los fenómenos celestes; muchas de sus construcciones estaban orientadas para reaccionar a los ciclos de algunos astros y también edificaron espacios específicamente para observar los cuerpos del cielo.
A su manera y en un lenguaje muy especial, las culturas prehispánicas podían leer en los cielos la estructura divina y fundamental que hacía posible la vida mundana. Así, los antiguos mexicanos nos heredaron los increíbles edificios motivados por este culto; además de calendarios y complejos panteones de dioses del cielo (cuyos ciclos aún nos afectan). Sin embargo, ver el cielo es una práctica que, a los contemporáneos, se nos escapa.
Las respuestas sobre el origen de nuestro mundo, sobre los fenómenos que nos afectan, solemos delegarlas a un grupo de sacerdotes contemporáneos —los científicos— y hemos olvidado el arte de hacer constelaciones con las verdades que el cielo nos susurra.
Los fenómenos extraordinarios del cielo son un buen punto de partida, si quieres encontrar esa conexión con los misterios que están sobre tu cabeza. Y, durante agosto, puedes apreciar la increíble lluvia de estrellas Perseidas (o lágrimas de San Lorenzo). Este increíble fenómeno sucede anualmente y es visible en México entre el 17 de julio y el 24 de agosto.
En 2019, las noches donde la lluvia de estrellas será más intensa son las del 12 y 13 de agosto, donde se podrán observar hasta 200 meteoros por hora en algunos momentos. Como se explica en este artículo de National Geographic las Perseidas provienen del cometa 109P/Swift-Tuttle, que tarda 133 años en completar un viaje alrededor del sistema solar.
A su paso, el cometa deja "pequeñas partículas" y nosotros podemos apreciarlas, antes de que, al ponerse en contacto con la atmósfera terrestre, por la ficción, se vaporicen. No son peligrosas, pero sí pueden hacer vibrar tu panorama.
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