Constantemente se escucha la expresión "patio trasero de Estados Unidos" (America’s Backyard) refiriéndose a la frontera entre este país y México. Sin duda tiene una connotación muy cuestionable que, además, sostiene un montón de clichés sobre lo que significa vivir en la frontera.
Por otro lado, para quienes no han puesto la vista en esta "línea" —imaginaria, pero con consecuencias muy reales— que divide a los dos países, la idea de la frontera es una abstracción muy corta de un espacio que se extiende por más de 3000 kilómetros.
Con esto en mente, el fotógrafo Elliot Ross y la artista Genevieve Allison decidieron explorar cada centímetro de ese extraño territorio. Su intención era generar una serie de fotografías para retratar lo fragmentaria que es en realidad la frontera. Y es que no solo la vida humana es muy distinta entre punto y punto; también la forma de percibir conceptualmente la idea de lo "fronterizo", y —por supuesto— el paisaje natural.
Además de las imágenes, Ross y Allison consiguieron una enorme cantidad de testimonios que demuestran que hay mucho más que decir (y pensar) sobre este límite poroso. Sin duda el asunto de la migración marca la agenda política y la opinión pública en torno a la frontera, pero, además de este, hay movimientos mucho más sutiles que dejan su huella en la tierra.
El muro es imposible
Entre las "sutilezas" hay relaciones de todo tipo y tratar de resumirlas es muy complicado. Por otro lado, vale la pena considerar por un momento lo absurdo que es pretender que no existan flujos socio-culturales entre un lado y el otro.
Para las personas y sus expresiones simbólicas es absolutamente normal desplazarse entre territorios geopolíticos; igual que para las especies animales y las esporas de las plantas. En ese sentido, la idea de un muro perfectamente cerrado, simplemente no ha de materializarse.
Así lo entienden, por lo menos, los sujetos que Ross y Allison pudieron entrevistar. Muchos de ellos tienen la costumbre de ir y venir entre países con toda naturalidad, porque si miramos hacia adentro, ese tipo de contacto es igual que entre sujetos que son del mismo barrio o entre vecinos.
En el sentido abstracto, la idea de la frontera significa una enorme distancia, pero en el día a día, es solo eso: una idea. Incluso, como explicó Allison para la revista WIRED, "la gente no quiere ser identificada por su proximidad a la frontera."
Además, refiere la artista, los problemas sociales de los estadounidenses en esa región tienen que ver con la falta de infraestructura y apoyo del gobierno local. En México sucede algo parecido: tenemos una desconexión política y cultural entre norte y centro. De alguna forma, estos trazos de tierra son espacios con vidas y regulaciones propias, donde ambos lados sostienen un poco del otro.
Así, lo que demuestran estas espectaculares imágenes es que la frontera no es ningún patio trasero, sino un enorme y multifacético territorio cuya comprensión implica una mirada disponible, que no pretenda saber lo que ahí sucede, sino que esté dispuesta a comprenderlo.