Sin duda uno de los destinos más excitantes de México es Oaxaca. Vibrante desde donde lo mires, no hay ningún aspecto de este increíble estado que sea homogéneo: en todos los sentidos (desde lo étnico, hasta lo gastronómico) es absolutamente diverso. No hay forma de no enamorarse de este sitio y querer regresar una y otra vez.
Por otro lado, Oaxaca se vive desde muchas dimensiones distintas y la más superficial es, en todos los sentidos, el turismo. Como sucede en otras partes de México, mucho de lo que sucede en la capa más visible está diseñado para encantar a quienes vienen de otro sitio.
Es fácil percibir esta superficialidad en expresiones como la Guelaguetza; especialmente porque lo que más reportan los medios son los récords de ocupación hotelera y los datos relacionados a la enorme derrama económica.
Y mientras que es celebrable que muchos viajen para empaparse de este tipo de tradiciones y activen las economías locales, es vital considerar un par de cosas. Hay un turismo muy invasivo que contamina, maltrata el espacio y en realidad conecta poco con el contexto. Y en las dimensiones espectacular y masiva de la Guelaguetza puede haber mucho de esto.
Por otro lado, aunque la Guelaguetza se ha convertido en uno de los máximos atractivos turísticos de Oaxaca, aún conserva un significado entrañable, con el que vale la pena comulgar.
El complejo significado detrás de la Guelaguetza
Celebrada en la capital de Oaxaca durante distintas fechas en julio, la Guelaguetza tiene un origen múltiple que combina tres grandes ejes. Por un lado, está ligada a las fiestas por la Virgen del Carmen que se celebran los dos lunes siguientes al 16 de julio; también llamados "Lunes de Cerro" porque las fiestas se llevan a cabo en el cerro del Fortín, el punto más alto de la ciudad y una formación montañosa emblemática.
Por otro lado, durante la Guelaguetza se celebra también a Centeótl, diosa del elote. Además de otorgarle ofrendas (de comida, danza y demás) se acostumbra elegir a una chica que la hace de "representante" de la diosa durante las fiestas. La chica elegida es la que más conozca sobre las tradiciones de su pueblo.
A lo largo de la fiesta se realizan distintas representaciones de la historia de los Lunes de Cerro y también de las comunidades oaxaqueñas pertenecientes a las ocho regiones del estado que acuden a la capital para participar en la Guelaguetza: los Valles Centrales, La Cañada, el Papaloapan, la Mixteca, la Costa, el Istmo de Tehuantepec, las Sierras Norte y Sierra Sur.
Una de las representaciones más relevantes es la de la leyenda de la princesa zapoteca Donají. Según el relato, Donají fue entregada a los mixtecos para conseguir la paz. Pero, una noche, mientras estos estaban distraídos, Donají llamó a su padre para que realizara un ataque sorpresa que resultó terrible. Al final, los líderes mixtecos capturaron a Donají y la decapitaron. Su cabeza aún figura en el escudo de la ciudad de Oaxaca.
Así, la Guelaguetza es una fiesta que entreteje toda clase de influencias culturales y, sí, en el fondo, podría tratarse de unificarlas, recordarles que trabajan en un sentido comunitario.
El significado central de la fiesta se vislumbra desde su nombre. La palabra "guelaguetza" es una variación del zapoteco ‘guendalizaa’. Significa cooperar, ofrendar, regalar. Para los oaxaqueños implica un acto de generosidad que al ser presentado, debe ser correspondido. En ese sentido, el acto hermana y reúne.
Normalmente se usa para referir el apoyo que se recibe de otros cuando se llevan a cabo grandes eventos como bodas, bautizos y fiestas patronales. Pero también cuando un miembro de la comunidad tiene un problema y recibe apoyo de otros o cuando hay un evento extraordinario (como un sismo) y todos se ayudan para sobrevivir juntos.
El investigador de pedagogía Pedro García Olivo la define así:
La guelaguetza ‘educa’ desde el momento en que contempla al otro, al vecino, al amigo o hermano, no como competidor, ni como "recurso", no como adversario o enemigo, ni como negocio, sino como sujeto con el que identificarse, como verdadero ‘compañero’, como donador de sentido para la interrelación cotidiana […]
En un sitio con tanta multiplicidad, una fiesta que lleve al extremo este principio de ofrenda y hermandad podría ser esencial. Y. aunque es muy atractiva la Guelaguetza con sus bandas serranas, su deliciosa oferta gastronómica y mezcalera, sus danzas tradicionales, adornos, vestimentas típicas; más allá de la folclorización, habrá que practicar la guelaguetza como esquema para relacionarnos y vincularnos, a pesar de todas nuestras diferencias.
Revisa aquí el programa completo de la Guelaguetza 2019.
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*Imagen destacada: Y! Música/Flickr.