El tarot no es una simple herramienta adivinatoria. Este juego azaroso de narrativas ilusionistas trata de la liberación de la subjetividad, lejos de la esfera de lo político. Dígase una experiencia mística sostenida, un espacio sublime para conectar con lo que se es en cada momento; la búsqueda que nunca acaba –donde el plano individual se funde con el universal en un estado siempre liminal– . El dispositivo sagrado del tarot ha sido motivo de práctica e interés de místicos y brujas; de cualquier persona interesada en explorar la naturaleza interna más allá de lo evidente. No es de sorprender, pues, su estrecha relación con el mundo de las artes y en especial el movimiento surrealista, que a la base de toda obra esconde el objeto subliminal. De entre todos sus exponentes, Leonora Carrington es sin duda uno de los más intrigantes, y su versión del tarot una pieza que desborda las fronteras de lo conocido.
Carrington en el Ocultismo
Las prácticas mágicas de Leonora Carrington estaban fusionadas con su vida cotidiana y proceso artístico. De niña su imaginario navegaba entre cuentos celtas y el mundo de las hadas. Arraigada a su distante herencia gitana, sus intereses evolucionaron orgánicamente hacia tradiciones esotéricas; sostenidos también por el último rastro del Occult Revival en el que le tocó nacer. Fue entre 1935 y 1937, mientras estudiaba artes en Londres, que sus curiosidades empezaron a cultivarse de forma mucho más consciente en su arte.
La vida de Leonora Carrington es un laberinto emocional digno del asombro. Su apasionado romance con Max Ernst y el comienzo de su carrera dentro del mundo surrealista, el encarcelamiento de su amado, un fuerte colapso mental y la fuga del hospital en la que estuvo internada en Santander, hasta su llegada a México –acompañada de su esposo Renaldo Leduc– donde vivió el resto de su vida. Dentro de todo este violento torbellino, siempre hubo una constante: su viaje profundo en búsqueda de revelaciones que encontró uno de sus hogares en el tarot. La biblioteca de su casa estaba repleta de libros donde se podían encontrar, por ejemplo, Le tarot des imagiers du moyen-âge por el ocultista suizo Oswald Writh y el Tarot de los Bohemios de Papus.
Mística en el tarot de Leonora Carrington
Dentro de la práctica del tarot, quizá la más alquímica de todas sea el proceso de diseñar el propio. Y así lo hizo Carrington, dio un salto al inframundo –donde se revelan las imágenes– y pintó su versión de las 22 Arcanas Mayores que contiene la baraja. Enigmáticas como son, no fue hasta 2018 que aparecieron por primera vez en una exposición del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México.
Tratar de fijar el significado de cada carta y la lectura en su conjunto, sería un ejercicio por lo menos aventurado. Sin duda hay acercamientos interesantes anclados en arquetipos universales y, aunque útiles quizá, taxonomías incluso como las de Jung no dejan de ser reduccionistas; porque es imposible alejarse por completo –en un plano teórico al menos– de los constructos sociales y políticos que encuadran la mirada del observador o analista. Se trata, en todo caso, de ese viaje perpetuo, de ese momento donde el fenómeno y el ente se funden, donde queda solo el porvenir dentro del límite de lo probable. El tarot es infinito, es irreplicable. Está vivo. No por nada después de retar a su amigo Alejandro Jodorowsky a examinar y recitar el significado de 22 Arcanas Mayores, Carrington le dijo: "Lo que me acabas de describir es un secreto. Pues cada Arcana es un espejo y no una verdad en sí misma. El tarot es un camaleón".
Hay cosas que deberían quedar ocultas. (Por fortuna, siempre lo harán).
Más allá del sello personal y los objetos subliminales presentes en cada una de las cartas de Carrington, lo que más despierta a los sentidos –que seguro más de 5 hay– es que, justamente, no pretenden una lectura única. Y si bien eso es cierto, a decir de expertos sobre la artista, delatan su profundo conocimiento sobre ocultismo y las diferentes propuestas alrededor del tarot –desde Waits-Smith, hasta Ouspensky–. Validar su tentadora estética sería un ejercicio casi tautológico. Pero henos aquí. Su aplicación única de hojas de plata y oro, revela sutil y glamuroso el encanto de sus cartas.
Del tarot de Leonora Carrington, misterioso al extremo, ninguna carta fue nombrada. Sólo dos contenían una fecha: 1955. Este año coincide con las exploraciones sobre el tarot de su íntima amiga Remedios Varo; a quien por cierto incluyó en una de sus pinturas (The House of Opposite) junto a ella y a la fotógrafa surrealista Kati Horna. No se sabe pues, cuando creó todas las cartas ni en qué orden. Pero eso poco importa, porque a decir de Susan Aberth y Tere Arco:
La diosa blanca en la carta de “La Estrella” es la curadora de la naturaleza que salvaguarda los misterios; y desde su sabiduría, Carrington previó que la necesitaríamos hoy más que nunca.
Fuentes:
The way of Tarot, Alejandro Jodorowsky
The Tarot of Leonora Carrington, Susan Aberth y Tere Arco, Fulgur Press
Love frienship and rivalry, the women beside the men in early surrealism, Tate org.
Leonora Carrington and Max Ernst: Artistic Partnership and Feminist Liberation, Renée Riese Hubert