De entre las expresiones culturales que han trascendido y ya son plenamente icónicas de la mexicanidad, la lucha libre es una de las más peculiares.
Entre muchos, este deporte-espectáculo podría ser calificado de violento o —por el contrario— hasta "falso" y excesivamente teatral. Sin duda sus grandes referentes —como El Santo y Blue Demon— nos saben a figuras de otra época y sus épicas, sus acrobacias y sus historias están marcadas por el hecho de que esta práctica es ya considerada "patrimonio cultural".
Para bien y para mal, esta figura canoniza las tradiciones y, de pronto, pierden su cualidad carnal con la que es mucho más sencillo empatizar. Y, aunque la lucha libre sigue siendo uno de los deportes más populares entre la audiencia mexicana (tal vez en segundo lugar después del fútbol), no se estila con la misma pasión entre nuevas generaciones y suele ser calificada como un producto de folklore.
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Sí, la lucha libre posee una parafernalia particular que la vuelve colorida y "muy mexicana", pero de artificioso no tiene nada. Al contrario: es plenamente física y un evento que, al pararse un poco más cerca, revela su naturaleza ritual en cada llave vuelo y salto mortal.
Los luchadores son sujetos plenamente preparados y entrenados. La narración, la lucha entre rudos (el mal) y técnicos (el bien), guarda un carácter espiritual.
Y para quien dude del compromiso en la lucha y de lo genuina que es, solo basta con mirar el trabajo de la joven fotógrafa mexicana Camila Blanco quien, por 2 años, ha documentado a través de su particular enfoque el desgarrador esplendor de la lucha libre mexicana.
A través de una breve entrevista, Camila Blanco, devela su justificación para perseguir esta serie de intensos retratos. Algunas difíciles de mirar, pero ciertamente seductoras, en estas fotografías la lucha libre aparece como un auténtico acto místico y como describe la fotógrafa, plenamente catártico, que sirve para "conocer mucho sobre nosotros mismos".
A continuación, fragmentos de las palabras de Camila Blanco, fotógrafa de 23 años, originaria de Monterrey, Nuevo León.
¿Qué buscas transmitir con tus retratos de este evento?
No es un secreto que la veracidad de la Lucha Libre ha sido desacreditada durante años. Lo primero que busco con mis imágenes es que la gente se de cuenta de que no todo lo que se piensa sobre la Lucha Libre es verdad; que los luchadores son atletas que se preparan para dar un espectáculo de calidad; que son humanos, que también se lastiman, sienten dolor y sangran como cualquier otro; que no es un “show armado” como muchas personas lo han dicho.
Además, me gustaría que, al ver mis imágenes, las personas se animen a ir a una arena y experimentar por ellos mismos lo que es una función de Lucha Libre —que además de ser un deporte es un espectáculo— que asistan por lo menos una vez en sus vidas; más si son mexicanos, ya que además es una tradición muy de nuestro país que creo que todos deberíamos conocer.
¿Por qué es relevante para la cultura contemporánea la Lucha Libre?
[…] además de ser un gran símbolo de identidad, presenta historias con las que casi cualquier persona puede empatizar, sobre personajes que —casi siempre— surgen del “bajo mundo”, pero entrenan, se superan y llegan a lugares inimaginables. Es una muestra de que no importa de dónde vengas, puedes lograr grandes cosas. Esto porque los luchadores son héroes de carne y hueso: están ahí y cualquiera puede conocerlos, tocarlos, darles la mano e incluso gritarles […].
Además, es de los pocos espectáculos en los cuales el espectador puede interactuar directamente con los protagonistas […] en la Lucha Libre uno puede gritarle a su luchador favorito y probablemente este le responda. Esto la convierte en una experiencia catártica, además de ser una aventura que inicia desde que se entra a la arena, en donde el espectador puede desenvolverse en un ambiente en el que es socialmente correcto hacerlo. Es un fenómeno sociocultural y este tipo de fenómenos nos sirven para conocer mucho sobre nosotros mismos.
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¿Qué le dirías a quienes la consideran un acto de violencia o de celebración de la violencia?
Que más que una “celebración de la violencia”, es un espectáculo en el que luchan el bien (técnicos) vs. el mal (rudos), donde se resaltan elementos como la fuerza y la agilidad, mezclado con teatralidad. […] la Lucha Libre es un “deporte espectáculo” y no son simplemente golpes: es una combinación de Lucha Olímpica con estilo aéreo e incluso gimnasia.
Las personas que asisten no lo hacen por los golpes ni mucho menos lo justifican o lo toman como ejemplo, sino para ver un espectáculo de calidad en el que habrá llaves, vuelos, saltos mortales [y otras figuras físicas complejas] además del valor catártico que tiene para el espectador.
¿Por qué ir a un evento de lucha libre, especialmente si eres mexicano?
[…] es una parte única de nuestra cultura […] en realidad ningún otro país tiene Lucha Libre. Habrá variantes pero, para mí, nada le gana a la Lucha Libre Mexicana. Es un misticismo y toda una experiencia, desde que entras a la arena, te sientas, te tomas tu cerveza, apoyas a tu luchador favorito y le gritas a su oponente, algo que aunque yo te lo cuente, si no lo experimentas de primera mano, no sentirás lo que es estar ahí realmente.
No por nada los turistas que vienen a México siempre quieren ir a ver Lucha Libre. Si es una actividad casi obligada para turistas, debería serlo también para nosotros los Mexicanos, para que, los que no la conocen y la tienen estigmatizada vayan a darse cuenta si su opinión cambia o permanece igual, casi siempre es el primer caso.
¿Quién es tu luchador favorito?
Mi luchador favorito es Blue Demon Sr. por lo que representa. Para mí es como un superhéroe de carne y hueso y eso se ve plasmado en el cine de Lucha Libre. Además fue gracias a una foto de él que descubrí a la fotógrafa de Lucha Libre Lourdes Grobet, cuyo trabajo me ha servido de inspiración y referencia.
Para conocer más del trabajo de Camila Blanco visita su sitio web.
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