Es un fenómeno natural en la historia humana: cada generación piensa que su tiempo es el peor de todos; que las cosas "estaban mejor antes"; que los jóvenes son cada vez menos atentos; que la música contemporánea es mala y que, probablemente, las cosas estén llegando a un punto de quiebre inminente.
Por otro lado, nuestro tiempo sí pinta sospechosamente peligroso, en medidas nunca antes vistas. La crisis climática —y sus consecuencias sobre nuestras vidas y las de otras especies— es tal vez la mayor evidencia. La otra gran prueba es el desarrollo exponencial y francamente abrumador de la tecnología y las redes de comunicación, especialmente de las plataformas de redes sociales.
Y mientras todo cambia, extrañamente, nada cambia. Como México siempre ha sido un tejido cultural, geográfico, natural y político ultra diverso, cualquier "cambio global" debe asumir su paso por cientos de trincheras que lo distorsionan —a veces lo aminoran y a veces lo potencian.
Es claro que los mexicanos habitamos esta era —la del llamado "capitalismo tardío"— con supremo ingenio y logramos filtrar nuestra identidad en la "globalización" como se pueda; sin importar, claro, que el resultado sea una deliciosa naturalización del absurdo que nos hace, cada vez, más surreales.
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Pero, ¿qué es el capitalismo tardío?
"Capitalismo tardío", un término que lleva predicando el fin del mundo como lo conocemos desde la Segunda Guerra Mundial, cuando se pensó, que el sistema capitalista iba a expandirse y desarrollarse lo suficiente como para llegar a su pico máximo.
La globalización post-guerra sería su clímax. Esto significaría que los ideales de "progreso" modernos finalmente podrían descansar en un intercambio de bienes sólido y consistente. Utopía occidental.
Sin embargo, como explicó unas tres décadas después el teórico de la cultura Frederic Jameson, los ideales modernos comenzaron a colapsar a la par que sus principales aparatos sociales. Esto generó incertidumbre y maleabilidad en los sujetos modernos y "capitalismo tardío" se convirtió en sinónimo de postmodernidad (otro término elusivo).
Ahora el concepto se usa con aún más soltura —como era de esperarse. "Capitalismo tardío" es ya el nombre oficial de este colapso y, particularmente es una etiqueta para señalar lo absurda que es la vida en este momento de la historia.
Mexicanos del capitalismo tardío
Todo esto está detrás de la página de Facebook "Mexicans of Late Capitalism", que inspirada en su antecesora "Humans of Late Capitalism" (creada en 2010), mantiene activa una antología creciente de imágenes que retratan cómo habitamos los mexicanos nuestro tiempo.
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¿Por qué es tan terroríficamente gracioso?
La globalización fue un sueño extrañísimo, que simplemente olvidó que en el mundo existen miles de culturas que harían del mercado, la tecnología y la cultura pop "un papalote". México y los mexicanos, siempre ingeniosos, burlones y un poco cínicos, hemos descompuesto los ideales de Occidente de maneras terroríficamente graciosas.
Usamos la tecnología como podemos; reciclamos los iconos populares como queremos; interpretamos las leyes —internas y externas— con un alto grado de ambigüedad, y, sobre todo, nos encanta recomponer y remezclar (o remexear) cada cosa con cientos más. Algunas de las mezclas que hacemos sí matan de risa.
Otras, por otro lado, nos llevan a pensar en lo cruel que ha sido la globalización; especialmente con países como el nuestro, que tiene demasiadas caras y que sobrevive precisamente por su diversidad; que no debería estar forzado a adoptar un solo modo de vida y que, mucho menos debería tener la obligación de acomodarse a un proyecto socio-económico y político concreto que no genera más que desigualdad.
Imperdible, muy chistosa, triste y cínica, esta colección virtual da para muchas, muchas conversaciones más: