Para los que nos llamaron malinchistas; los que nos han tachado de "incultos"; para los que creen que en México no se producen cosas magníficas; que las artesanías están desapareciendo; que no hay buen cine, o que las fiestas populares están en absoluta decadencia: estos datos los van a dejar sin palabras.
Parece que, contrario a los prejuicios generalizados sobre nuestro consumo, México es adicto a su propia cultura; asunto que tiene ventajas y desventajas que deberían ser discutidas (porque siempre vale la pena cuestionarnos cuando estamos completamente seguros de nuestra identidad). Pero, por el momento, lo que sabemos es esto: en 2017 la cultura aportó 3.2% al PIB de México.
Entre los mexicanos, México está de moda
Las razones concretas no las tenemos claras y, como siempre, todo son hipótesis, pero parece ser que los mexicanos estamos en un momento crucial hablando de la definición de nuestra identidad. Los contenidos virales, particularmente los memes, que nos distribuimos sistemáticamente, nos recordaron que nuestras formas de vida se manifiestan en pequeños detalles que sí compartimos con los demás. Y eso nos dio pie para volver a preguntarnos sobre esta identidad elusiva y demasiado compleja como una posible totalidad.
Así, no es raro que, por lo menos en la superficie más comercial, lo mexicano se esté poniendo de moda. El refinamiento y simultánea popularización entre las clases altas de nuestros platillos típicos, cortesía de los grandes restaurantes; la asimilación del "mestizo" como mexicano primordial entre las grandes marcas; la vuelta a nuestros ingredientes endémicos porque los gringos los calificaron de "superalimentos" y, otras manifestaciones como estas lo demuestran.
Con tanto acceso a la información, con tanto potencial para re-componer nuestros símbolos clásicos, la cultura mexicana está viendo un extraño renacimiento, del cual habrá que ver las consecuencias, pero, en el intermedio, urge experimentar y seguir consumiendola. Y eso es lo que estamos haciendo.
La producción está que arde (pero el consumo más)
Según este artículo de El Economista, quien está financiando a la cultura en México son las familias mexicanas. El 80% del gasto en cultura lo hicieron ellos, haciendo que "el gasto total destinado al consumo final de bienes y servicios culturales ascendiera a 825,867 millones de pesos en el 2017." ¿Y de eso cuánto pone el gobierno? Sólo el 9.7%, mientras que los turistas extranjeros nos dejaron el 4%. Sí, somos los mexicanos de a pie quienes estamos haciendo vibrar la cultura (en todos los sentidos posibles). Además los números están a la alza: entre 2016 y 2017 el gasto destinado por las familias aumentó un 6.7%, pero hay que saber que el gasto del gobierno bajó 0.3%.
La producción de cultura está que arde (y evidentemente el consumo más). Ha sido tan grande que en 2017 los bienes y servicios culturales superaron el porcentaje del PIB aportado por la producción agrícola. ¿Y qué es lo que más se produce? cine; eventos culturales transmitidos en línea, radio y televisión y artesanías.
¿Y qué es lo que preferimos consumir? Pues a la oferta le corresponde la demanda. En primer lugar, cine (y cómo no, si el cine mexicano está cada día mejor) y la transmisión de eventos, artesanías (como textiles, cerámica, joyería y alimentos) y en tercer lugar la producción cultural local, hecha por nosotros mismos, que encuentra su máxima manifestación en las fiestas populares.
¿En qué gastamos menos? En libros, periódicos y revistas; en espectáculos en vivo como teatro y danza; en las visitas a museos; en conciertos y visitas a las galerías. Estos datos son buenos para reflexionar: hay que volver a leer, hay que ir a escuchar música en vivo y hay que consumir arte de frente. Además de ser la forma básica de estimular su producción, también es una manera rica de exponernos a muchos más productos culturales y no quedarnos con los que ya nos satisfacen evidentemente.
Es curioso, además, que lo que menos consumimos son actividades que incitan a más interacción social (exceptuando las fiestas populares, aunque, honestamente, muchas de estas tienen el alcohol a su favor), a la discusión, a mayor concentración y a alejarnos de la casa. Urge pensarlo: nuestro consumo cultural está a la alza y eso es fantástico; sin embargo, estamos siendo increíblemente auto-complacientes. Tomemos algunos riesgos y que, próximamente, los datos demuestren que estamos preparados para exponernos a nuestras exterioridades.
*Imágenes: 1) Crédito no especificado; 2) Mourning Bliss/Flickr; 3) El Economista; 4) Carlos Jasso/Reuters; 5) Mexico.mx