En vísperas del Día de Muertos en México , las flores de cempasúchil, frutas amarillas (color prehispánico asociado a la muerte), las calaveras, y los altares, proliferan. Y en las panaderías el pan de muerto comienza a venderse, a veces con un mes de anticipación.
Nos fascina su forma, sabor (azucarado en la primer capa) y consistencia suavecita. Quizá en algún momento hayas percibido que su figura podría aludir a una calavera, o no. Pero, lo cierto es que en la cultura popular poco se conoce sobre su origen ritual.
El INAH afirma que el origen del pan de muerto es colonial, aunque inspirado en prácticas rituales prehispánicas.
Las versiones
Existen tres versiones más populares entre los historiadores sobre el origen de este pan. Una de ellas refiere a que el pan de muerto en un inicio era hecho en forma de corazón, para aludir al corazón de una princesa sacrificada cada cierto tiempo y cuyo corazón era sumergido en una olla con amaranto; luego el verdugo mordía de este como ofrenda. El pan de muerto, así, habría surgido para sustituir esta práctica, aunque con un simbolismo muy similar: la muerte como ofrenda.
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Otra de las versiones apunta a que se trata de una alegoría de las ofrendas que los antiguos colocaban en el sepulcro de sus muertos, y entre ellas figuraba el pan hecho con amaranto (salpicado con sangre de los sacrificados en honor a los dioses Izcoxauhqui o Huehuetéotl). El pan de muerto, entonces, sería una adecuación de esta costumbre.
Por su parte, hay también la versión que alude a un rito en el que simbólicamente los habitantes consumían a la divinidad, a Huitzilopochtli. Era elaborado primero un Huitzilopochtli de “alegría"; este llevaba un corazón de amaranto al cual le encajaban un pico de manera simbólica, luego el pan era repartido entre la comunidad y todos consumían de la divinidad.
Simbología
Hoy los panes de muerto pueden llevar figuras desde vegetales, seres fantásticos, de animales y de humanos.
El pan más tradicional hace una forma circular que simboliza el ciclo de la vida y la muerte. El círculo al centro es la representación de un cráneo; las cuatro canelas son una alusión a los huesos y a las lágrimas de los que lamentan al difunto, y también, colocadas como cruz, simbolizan los 4 puntos cardinales que a su vez están dedicados a distintos dioses: Quetzalcóatl, Tláloc, Xipe Tútec y Tezcatlipoc. Por su parte, el sabor a azahar refiere al recuerdo de los fallecidos.
El ritual del Día de Muertos está colmado de simbolismo, y de una relación muy íntima, respetuosa, aunque paradójicamente irónica que el mexicano ha llevado por la muerte desde los antiguos mesoamericanos.
*Imagen:dondeir.com