México es un país que produce muchísima basura. Según el Banco Mundial, somos el primer productor de desechos de Latinoamérica.
De acuerdo con datos del INEGI, en nuestro país se recolectan todos los días 86, 343 toneladas de basura, de la cual solo 11% se separa (en orgánica, inorgánica y reciclable). De hecho solo 46 de cada 100 hogares realizan esta vital tarea.
Por otro lado, el problema ya no es que no reciclamos y no hacemos composta. El problema es que producimos muchísima basura. Solo en la CDMX cada persona produce al día 1.7 kilos. La basura de la capital es tanta que, como se explica en este artículo de Animal Político, el 60% o 70% de los residuos los recibe el Estado de México y otro tanto se va al Estado de Morelos.
¿Habrá algo en nuestras dinámicas culturales que nos hacen adoptar estos estilos de vida tan dañinos para nosotros y el medio ambiente?
Sin duda, pues parece que nos cuesta muchísimo trabajo concebir una vida sin producir desechos. Tal vez uno de los circuitos que más afectan en este sentido es el de la comida callejera, un auténtico paraíso gastronómico, pero también una "industria" informal que simplemente no parece poder existir sin unicel y plástico.
Hay algo profundamente cariñoso en el acto de "envolver".
A cualquiera le brinca el corazón cuando el taquero hace un esfuerzo sobrenatural por guardar los preciados taquitos entre capas y capas de papel y bolsa, para que lleguen calientitos y bien acomodados a su destino final.
Realmente hacer una buena envoltura es una forma de asegurar el estado de las cosas. Tal vez por eso mantenemos tan alto este nivel de producción de desechos. Pero urge replantear esta situación.
Por otro lado, muchas tradiciones muy mexicanas le apuestan al reciclaje, la reutilización, a "heredar" los objetos que uno ya no usa, a "el recalentado". Y, la verdad, es que, aunque muchas veces parecemos no estar conscientes de ella y sus necesidades, nos encanta nuestra riqueza natural.
¿Por qué será que cambiamos la tradición de llevar bolsa del mandado al hacer compras? ¿O que preferimos unicel sobre una olla o una taza de barro? ¿O plástico en lugar de hojas de plátano y totomoxtle?
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¿Qué te proponemos?
La solución es un compromiso, pero es completamente posible. Se trata de adoptar un estilo "Cero basura" a la mexicana. La reglas de este estilo de vida son sencillas:
- Rechaza cualquier objeto de un solo uso, desde popotes, hasta volantes y si se puede, recibos.
- Reduce tu consumo al mínimo necesario. Esto aplica para toda clase de productos.
- Re-usa todo lo que puedas. Los mexicanos lo sabemos hacer bien: convierte los envases de yogurt en contenedores de salsa o frijoles; los frascos en vasos; etc.
- Recicla la basura que no puedas evitar, llevándola a centros de reciclaje.
- Reincorpora toda la basura orgánica a la tierra.
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¿Y cómo traducir estas reglas a la realidad mexicana? Te dejamos algunos prácticos consejos.
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*Imágenes: 1) Munchies-Vice; 2) El Universal; 3) Animal Político.