En los cantos eróticos, la motricidad lúbrica de los gestos, la voluptuosidad lasciva de la danza, la sensualidad de la voz, el sonido deleitoso de los instrumentos, así como la ambigüedad libidinosa o la refinada lujuria de las palabras, suscitaban placeres con matices distintos según el género.
Patrick Johanssen
Los estudiosos no se han puesto aún de acuerdo. Se desconoce por qué en los conocidos Cantares Mexicanos, los religiosos del siglo XVI permitieron que se transcribieran Cantos mexicas de índole erótica.
Las teorías apuntan a que, de hecho, ello sucedió pues no era muy directo el erotismo inmerso. Se trata de algún modo de lo que hoy conocemos como albur, y que de hecho en la cultura mexicana proviene de raíces prehispánicas.
Estos Cantos aún hoy persisten. Tenemos tradiciones orales en los Cantares Mexicanos que muestran la tradición erótica, que en algunas fiestas y bailes traviesos, esta se manifestaba abiertamente y con un toque lúdico y simpático en la cultura nahua.
Para el prestigiado investigador Patrick Johanssen, según el contexto, el erotismo nahua podías ser desde sutil hasta exagerado, o bien, disfrazado con el ingenioso albur. Al respecto de estos distintos cantos eróticos nos dice:
El xopancuícatl, ‘canto de primavera’, era el más discreto de los cantos eróticos. En el cuecuechcuícatl, ‘canto travie- so’, la libido se canalizaba ritualmente hacia los ámbitos religiosos para re-energetizar el cosmos. En el cihuacuícatl, ‘canto de mujeres’, Eros se volvía ofensivo, irónico, sarcástico, para derrotar al varón. El canto de ancianos, huehuecuícatl, esgrimía también el escarnio, un ingenio sarcástico y un erotismo lúdico, pero para distraer y recrear. El cococuícatl, ‘canto de tórtolas’, como su nombre lo sugiere, manifestaba una jocosa sensualidad relacionada con la intimidad matrimonial. Todos estos géneros eróticos tenían en común una lascividad gestual y dancística, así? como un lenguaje ambiguo, preñado de sentidos potenciales que llegaban a constituir, a veces, lo que hoy se consideraría en México como un albur.
Fragmentos eróticos en distintos Cantos
Como mencionamos, los cantos abordan el erotismo desde diversos lugares. A continuación algunos ejemplos de estas perspectivas:
Cuecuechcuícatl ‘canto travieso’
Respecto a este lúdico díálogo entre la sexualidad y el rito Johanssen nos dice:
Además del carácter lascivo de la danza, el cuecuechcuícatl escondía en palabras y frases con doble sentido un erotismo que contagiaba la sacralidad y la risa a los partici- pantes y espectadores del acto ritual, pero que buscaba también propi- ciar la fecundación y el crecimiento de las plantas. En un cuecuechcuícatl contenido en el manuscrito Cantares mexicanos, el crecimiento de la flor remite, mediante una metáfora, a la erección del pene:
Momamalina zan ic ya totoma ho ohuaya ca nicalle.
(CM, 1994: fol. 67r)
Crece (enredándose) luego se desfaja ho ohuaya:
soy el dueño de la casa.
Cihuacuícatl ‘canto de mujeres’
Se trata de un canto más directo respecto a lo sexual. No tan vinculado a lo ritual sino más bien a lo profano.
Tla noconahahuilti aylili aylilililili i
Iolotzin ololo oyyaye ayyo
Zan nictócuil ehuilia zan niquiquixhuia ho oo
(CM, 1994: fol. 72r)
Le doy placer aylili aylilililili i
a su olotito, ondula oyyaye ayyo.
Yo sólo le levanto nuestro gusano y lo hago estar recto ho oo.
Huehuecuícatl ‘canto de ancianos’
Es un canto baile en el que el anciano se representa con su vastón; uno que hace alusión con comicidad del juego del erotismo pasado en comparación al que puede aludir la figura del bastón; un hombre cercano a la muerte y de una historia erótica recorrida.
Cococuícatl ‘canto de tórtolas
Estaba hecho exclusivamente para los recién casados; canto erótico-amoroso que era puesto en escena en las bodas. Este baile se hacía enfrente de los esposos, uno de alegría. "A nivel expresivo, este género de cantos manifiesta un lirismo profundo, pero tiene matices cómicos y sexuales. Se cantaba al ritmo del tambor".
Mayormente el erotismo nahua era indirecto, en forma de metáforas y albures, aunque también existen alusiones muy directas en los Cantos antes mecionados, como:
– ¿Tictzitzinequi in nochichihualtzin? (CM, 1994: fol. 72r).
– ¿Quieres agarrar mis pechos?
¿Normalizado o encubierto? Al parecer el erotismo nahua figuraba de las dos maneras. En ciertos contextos era aceptado, celebrado, incluso vuelto un lúdico placer; en otros más bien era una manera de amor íntimo únicamente; también llegó a ser un hermoso ritual de fecundidad.
Lo cierto es que el erotismo estuvo presente de manera importante y frecuente en esta cultura donde prevaleció entre la metáfora, el albur, los eufemismos y la cotidianidad.
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