A Elena Garro, el tiempo (el más sabio de todos nosotros) pareciera hacerle justicia. Garro es una de las escritoras más prolíficas de México, y quizá la marca que más la siguió de por vida fue el haber estado casada con Octavio Paz.
Hoy muchos consideran a Garro como la escritora mexicana más importante después de Sor Juana Inés de la Cruz. Aún cuando los reflectores los llevara Paz, grandísimos como Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares, publicaron Un Hogar Sólido, una breve obra de teatro de Elena Garro, en la segunda edición del enorme Antología de Literatura Fantástica.
Escritora de 11 novelas, 11 obras de teatro, 9 cuentos, y muchos más trabajos. En las últimas décadas, luego de un minucioso análisis de su obra, se ha inferido que Garro (aunque a ella no le gustaba el término) es precursora del Realismo Mágico en Latinoamérica, incluso antes de Gabriel García Marquez.
¿Qué es el realismo mágico?
Es un movimiento artístico, sobre todo de la primera mitad del siglo XX, donde los personajes toman como parte de su normalidad elementos que en realidad parecieran mágicos. México, un país calificado como el más surrealista del mundo por personajes (paradójicamente precursores del surrealismo a nivel mundial) como André Bretón o Salvador Dalí, formó, por su puesto, un lugar imprescindible en el Realismo Mágico literario del mundo.
Autores como Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Bruno Traven o Laura Esquivel son considerados como autores de Realismo Mágico. Cuando a Garro se le calificaba como autora de este género, ella consideraba que nada podía ser realismo mágico excepto el indigenismo puro.
Se considera que la manera en que Garro aborda sus personajes mexicanos es desde un ojo muy particular (quizá similar al de Rulfo) en el que pareciera que ambos entienden verdaderamente las “entrañas” del México profundo, del México “sin voz”, no como un objeto mero de estudio; más bien como parte de la comprensión y pertenencia a una complejidad social e incluso antropológica.
Quizá lo anterior se muestre en algunas de las frases de la obra de Elena Garro, que ahora tanto reconocimiento está sumando, como las siguientes:
Hay que ser pobre para entender al pobre.
Para nosotros, los indios, es el tiempo infinito de callar.
La desdicha, como el dolor físico, iguala los minutos. Los días se convierten en el mismo día, los actos en el mismo acto y las personas en un solo personaje inútil. El mundo pierde su variedad, la luz se aniquila y los milagros quedan abolidos.