Ser mexicano es, sin duda, un asunto de resistencia. Decirse de aquí es asumir que el origen de uno es plenamente elusivo —pues este se pierde entre tradiciones indígenas, colonizadoras, migrantes y demás. Decirse de aquí es comprometerse con un terreno imperfecto: tan intrincado en su materialidad y en su misticismo; tan creativo y violento; permanentemente sísmico.
Francisco Toledo, el siempre elocuente "chamán del presente", vivió el "ser mexicano" como pocos en nuestro tiempo. Su superficie fue tan genuina que casi podría llamarse transparente; ese rasgo le imprime una ligereza excepcional, que no es difícil relacionar con lo lúdico y lo imaginativo, siempre presentes en su obra.
Pero sus actos, su constante lucha por los otros, por la tierra, por la memoria, lo transformaron en un ancla para sus amigos y vecinos oaxaqueños y, en más de una forma, para todos los mexicanos. Para algunos, tal vez, en un líder y héroe contemporáneo.
Y, al mismo tiempo —aunque probablemente Toledo se sublime, hasta convertirse en otra de las míticas figuras históricas de México— su profunda humanidad, intensamente encarnada en sus palabras, podría inspirarnos a habitar este país —mientras nos toque hacerlo— con más fluidez y sin rendirnos. Con más acción y menos dolor.
¿Y cómo definió el Maestro a México? Es difícil decirlo; sin embargo, en un par de imperdibles entrevistas otorgadas a El País en 2014 y 2015, dejó algunas impresiones suyas sobre esta tierra que, además de ser ahora inmortales, podrían cambiar la forma en que la comprendes —y la abrazas.
¿Le gusta México?
Le preguntó Jan Martínez Ahrens a Toledo en 2015. El Maestro responde:
Hay cosas que me gustan y cosas que se perdieron. Todo va cambiando. […] Conocí el istmo de Oaxaca cuando las mujeres se bañaban desnudas en el río. Los trajes y las fiestas, los mercados, el zapoteco hablado por todas partes. Tenía cinco años y era el paraíso, un México diferente: la gente india no estaba sometida y tenía cierta autonomía. Pero todo eso desapareció. Ya no se ve lo que vi.
A continuación, el ingenioso periodista le pidió decir lo que le venía a la cabeza cuando escuchaba algunas palabras. Estas fueron las cosas que el mágico sujeto invocó:
DF: Peligros. La primera vez que fui, sufría una enfermedad que no podían curar en el pueblo. Y en esa época corría el rumor de que en la capital se raptaban niños y que luego aparecían en los tamales. Se decía que había que abrir el tamal con cuidado y ver qué carne contenía, porque a veces podías encontrar un dedito. DF me recuerda un tamal y un dedito de niño.
Juchitán (su pueblo): Confrontación, guerra, violencia. Allí hubo revueltas muy sangrientas.
También se le preguntó entonces por el "compromiso" con México y esto respondió el "chamán del presente", como para recordarnos que no podemos hacer mucho más que lo está en nuestras manos:
"Usted tiene un compromiso muy fuerte con su tierra" señala Jan Martínez. "Sí, pero cualquier día me voy y rompo el compromiso [risas]. Mientras estoy aquí, ayudo, busco hacer el bien."
"¿Cómo ve el futuro de México?", continúa el periodista. "No puedo contestar. No sé ver el futuro. Mi chamanismo llega nada más que hasta el aquí y el ahora."
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¿Qué dice de México el caso de los 43?
Preguntó Pablo de Llano a Toledo. El maestro se limitó a dar una respuesta contundente, incidentalmente acompañada de una lección de historia y geografía simbólicas:
"Dice de un país salvaje, cruel e incontrolable." "¿Peor que antes?", pregunta Pablo. "¿Antes de la Conquista o antes de Cristo? ¿Antes de la llegada de las eólicas españolas? No sé, es difícil hablar de todo México, como usted sabe. Hablar de México es hablar de muchos países."
¿Cree en el maíz?
Soltó el periodista.
"¿Cómo si creo en el maíz? El maíz es una cosa que se come."
El maíz es una materia, no una metáfora. Así como el pintor es una materia y no un símbolo. Lo que pasa es que ahora su materialidad está encarnada en otras cosas, tal vez menos suaves y endebles que los cuerpos. Por suerte, habemos muchos valientes dispuestos a nombrarnos mexicanos, como Toledo. Y resistir.
Descansa, Maestro.
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*Fuentes:
Jan Martínez Ahrens para El País: Francisco Toledo: "Quise ser un ilustrador de mitos"
Pablo de Llano para El País: Entrevista con Francisco Toledo "México es un país salvaje"