En ocasiones la historia gesta personajes extraordinarios. Los grandes genios, sin embargo, solo raramente conjugan la maestría científica y técnica con la sensibilidad asociada a las artes; quizá en la historia de estos ejemplos tenemos solo un puñado, y entre ellos figura Nezahualcóyotl.
Nezahualcóyotl fue un gran poeta, también un personaje sencillo que en su obra literaria, y de manera educativa, hacia un memento mori continuo, recordándonos nuestra pequeñez respecto a lo inevitable, la muerte (acaso la mayor lección de humildad en muchas de las civilizaciones):"Nada es para siempre en la tierra: Sólo un poco aquí."
Poeta, filósofo, prófugo de los asesinos de su padre; Nezahualcóyotl fue leñador, extranjero, campesino y un príncipe desterrado que vivió como otro más del pueblo. Pero también fue un espíritu reivindicado que recuperó su reino, y se convirtió en monarca de Texcoco.
Este también gran admirador de la naturaleza, e incluso hombre enamorado, fue un gran ingeniero. Sus obras hoy continúan sorprendiendo. Nezahualcóyotl diseñó un ingenioso acueducto para regar sus jardines imperiales, en Tetzcotzinco, lugar también conocido como Los Jardines de Nezahualcóyotl y cuyos vestigios arqueológicos aún muestran su maestría (los baños y acueductos continúan en pie). Aquí tomaba sus espléndidos baños, mientras contemplaba sus dominios.
Con su diseño, Nezahualcóyotl llevaba agua desde la sierra Nevada, la cual rodeaba el cerro de Ochocinco y entonces llegaba hasta sus jardines de flores exóticas y sus tinas. Para ello inundó un enorme cañón entre dos cerros. También una magna obra suya solucionó el problema de inundaciones en la Tenochtitlán, ocasionadas en gran parte por el desbordamiento sistemático del lago de Texcoco; su obra incluyó una gran compuerta y este trabajo le fue encargado por Moctezuma I.
Un hombre respetado desde muchas aristas, su ingenio técnico es solo una más de entre sus admirables cualidades.