Cuando uno se encuentra en un momento de supervivencia, pareciera que solo existen prioridades como la alimentación, un techo, y desde luego, al rol del arte y la cultura se les relega.
Aunque lo anterior tiene mucha lógica, el arte y la cultura, y sus enorme cualidades sanadoras, han probado que en contextos de pobreza, marginación, incluso supervivencia, puede tener un papel vital que asombra. En Oaxaca, por ejemplo, en el barrio de Vicente Guerrero, cientos de jóvenes han escapado de las drogas y violencia gracias a una escuela de música, la cual genera cohesión entre los involucrados, desde los padres de familia hasta los alumnos graduados, o en curso, hasta los vecinos y enterados.
Estos ejemplos abundan, y uno de ellos, que, además formó parte del Pabellón de México en la última Bienal de Arquitectura de Venecia, como parte de una serie de proyectos de diseño con fines comunitarios, es el Pabellón Cultural Migrante creado en el 2014 por el despacho mexicano de diseño Tuux.
Esta estructura itinerante y desarmable se diseñó para un proyecto en Tijuana, como encargo para un programa llamado Cultura para la Armonía que atiende a migrantes que están varados en la frontera (hoy sobre todo haitianos), y lo hace desde talleres en los cuales pueden aprender oficios que les permitan sobrevivir mientras se encuentran en su situación. Podría parecer muy simple pero en realidad una estructura como estas, desde donde se envía el mensaje de que se tiene cabida en la sociedad sea cual sea la condición de la persona genera transformaciones sociales increíbles. Los mismos usuarios erigen el Pabellón, formando parte de su construcción y siendo remunerados por ello. Ahora ya existe otro en Iguala, Guerrero (sí, donde desaparecieron los estudiantes), y está por instalarse otro en la frontera sur; miles de personas han formado ya parte de los talleres.
Platicamos con Rodolfo Samperio, quien está a cargo del proyecto, y desglosó para todos sorpresivos datos que dan cuenta del porqué este Pabellón ha llamado la atención del mundo y el por qué la arquitectura social y comunitaria es simplemente necesaria:
El Pabellón se usa principalmente para talleres de esparcimiento y cultura para la población. Puede construirse simplemente a partir de una llave de tuercas y martillo de goma. Así, el primer taller es el levantamiento mismo de la estructura; la gente se siete muy orgullosa en solo un par de días, es sorprendente. Entre los talleres que se enseñan están, por ejemplo, gráfica, fotografía, piñatas, y luego pueden vender lo que hacen.
Sobre los beneficios del proyecto
Cuando la gente se encuentra en este tipo de circunstancias agradece muchísimo, se les paga por levantarlo. En situaciones de supervivencia las artes parecen un lujo pero no podemos desestimar su poder para salvar vidas, genera fuerzas. Lo que mas nos sorprende siempre es la calidez de la población objetivo, la gente se lo apropia muy cálidamente. También, el hecho de que ellos mismos lo construyen genera una apropiación aún mayor con el espacio público, se hace cohesión, contacto, comunidad.
Es vital por que es uno de los derechos humanos básicos y está muy violentado. En México no debe haber una misma arquitectura, tiene qué existir una diversidad de opciones que brinden dignidad a la gente. Queremos armar un frente desde el diseño y la arquitectura que de verdad genere beneficios en la persona y la sociedad.
Imágenes: tuux.mx