Al lado de los cuerpos de agua, las piedras y montañas, las personas y los animales, la vida vegetal, en su profunda discreción, es también parte de la esencia de un país. Las plantas no solamente integran la biodiversidad de un territorio —seres que, además, prodigan belleza por donde crecen—, son también una de las piedras angulares de una cultura por ser portadoras de leyendas y mitos, esencia de su gastronomía, su herbolaria y su vida espiritual.
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Junto a Brasil, Colombia e Indonesia, el nuestro es uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo; una riqueza que no puede compararse con ninguna otra. El número de especies conocidas de plantas que lo habitan asciende a 26,000; muchas de ellas endémicas de nuestro territorio y muchas más dueñas de historias, nombres, anatomías y mitos que, en su singularidad, pueden hablarnos de todo aquello que es este trozo de tierra nombrado México.
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A continuación una caprichosa selección de plantas mexicanas que brillan por su belleza, su rareza, su historia y su presencia:
Peyotillo o falso peyote (Astrophytum asterias)
Poblador del norte de México y sur de Estados Unidos, propietario de una hermosa geometría, este cactus sin espinas es conocido como falso peyote por su parecido su famoso primo lejano. Igual que éste, se encuentra en peligro de extinción. Su color es de un verde pálido con manchas blancas que parecieran lanosas, se divide en gajos y da una flor amarilla.
Durante las décadas de 1970 y 1980, llamó la atención de coleccionistas japoneses que lo llamaron "kabuto", por su parecido con el casco de un samurái. Su calidad de falso, sin embargo, no lo desnuda de su singular morfología y profunda delicadeza.
Magnolia o flor del corazón (Talauma mexicana)
De la familia de las magnolias, ésta ha sido utilizada en nuestro país como planta medicinal por sus propiedades estimulantes del sistema nervioso, su capacidad pata fortalecen el corazón y tratar la esterilidad femenina; además de haber sido usado desde tiempos inmemoriales para tratar la parálisis y ciertos ataques del tipo epiléptico.
Su nombre prehispánico es yolloxochitl y algunos estudios recientes han demostrado ciertas propiedades estimulantes sobre funciones cardiacas y presión arterial. Su contundente flor blanca, siempre solitaria, la hace uno de los árboles mexicanos más bellos.
Árbol de las manitas (Chiranthodendron pentadactylon)
Sus flores rojas asemejan fantásticamente los dedos de una mano entreabierta o una pequeña y rojiza garra. Es también conocida como palo de mecate o Camxochitl, y crece en México y Guatemala.
Los aztecas utilizaron la decocción de sus hojas y semillas para controlar la fiebre y para quitar el dolor. También la usaron por sus cualidades antinflamatorias. En varias regiones de ambos países, sus hojas se utilizan para envolver los tamales de maíz, especialmente en ocasiones y festividades especiales.
Caparazón de tortuga, planta de la tortuga (Dioscorea mexicana)
Visto de lejos, este tubérculo pareciera una tortuga que se ha escondido dentro de su caparazón. Así, sus muy especiales características físicas la convierten, con un poco de imaginación, en un ser primitivo, casi mitológico.
De hecho, eso que parece un caparazón coincide con el del animal al que se le compara, este caudex protege a la planta y asegura su supervivencia. Una cosa más hace de esta planta única, además del exotismo de su anatomía: su esperanza de vida, que contempla algunos cientos de años.
Esta rareza botánica también tiene usos medicinales en América pues, desde mucho antes de la llegada de los europeos, fue usada para tratar la menopausia, los trastornos hormonales y la depresión.
Dalia roja (Dahlia coccinea)
Existen pocas plantas tan encantadoras como las hierbas silvestres. La dalia roja, sin embargo, ostenta flores rojas o anaranjadas que la distinguen y la encumbran al lado de otras de su tipo. Crece con gracia en las orillas de los caminos, campos de cultivo y algunas zonas montañosas de México.
El té de las flores y la salvia de sus hojas se utiliza para tratar fuegos. Su género, Dahlia, ha ganado fama como planta ornamental en todo el mundo, pero pocos saben que las 35 especies silvestres que la componen son endémicas de México, una de las razones por las que en 1963 fue declarada por decreto presidencial "flor nacional".
Vainilla (Vanilla planifolia)
Pocos saben que, además de su dulce aroma y deliciosos sabor, la vainilla es una clase de orquídea, originaria de México y Centroamérica.
Según varias crónicas posteriores a la Conquista, la vainilla tienen múltiples usos medicinales, y su historia se encuentra íntimamente asociada con la del chocolate, pues era ingrediente esencial de la espesa bebida que los pueblos mesoamericanos preparaban con cacao y que llamaban xocolatl. Era llevada al centro del altiplano mexicano desde las regiones del este y el sur de México, la llamaron tlilxochitl, o "flor negra".
Sabino, ciprés de Moctezuma, ahuehuete (Taxodium huegelii)
Este legendario árbol es poderoso porque puede vivir miles de años, por su inverosímil tamaño y por su insistente presencia en muchas de las leyendas más arraigadas del país.
El famoso Árbol de la Noche Triste, ese donde Cortés lloró un 1 de julio de 1520 por una derrota (sin saber que ganaría cuando todo llegara al final), era un ahuehete ubicado en las afueras de Tenochtitlán.
El también conocido Árbol del Tule, en Oaxaca, es otro de estos poderosos seres, que ha visto pasar el tiempo durante, al menos, unos 2,000 años. Así, la lista de ahuehuetes famosos es larga y los mitos que rodean a esta especie nativa de México poseen en su esencia, un pacto con el tiempo.