La depresión está acechando el imaginario mexicano. La palabra, la enfermedad, el concepto, la sensación: la depresión en todas sus formas flota ominosa entre nosotros. Y es que son ya extensos estudios los que prueban que esta condición está afectando cada vez a más personas, en México y en todo el mundo.
Algunos datos y predicciones son verdaderamente alarmantes; sin embargo, sabemos que hacerlos públicos responde a una función positiva: evitar que se transformen en la realidad cotidiana; hacer conciencia sobre el lugar en donde estamos parados; ayudar a quien lo necesite y, sobre todo, buscar alternativas para cuidarnos.
Afortunadamente podemos recurrir a nuestra propia tierra, a nuestra historia, cultura e identidad para hacernos de remedios y consejos contra la depresión contemporánea. Por supuesto, sin asumir que curan mágicamente las dolencias; pero hay que agarrarse de todos lados para darle la vuelta a la situación e iluminar el espacio que el panorama ha ensombrecido.
Una ventana al futuro oscuro…
Hay que decirlo: el panorama no pinta bien. Según la revista Newsweek en Español la depresión será el principal reto para las instituciones de sanidad en los próximos 10 años. Además, la Organización Mundial de la Salud indica que para 2020 esta enfermedad será la primera causa de discapacidad en México. Como se afirma en Animal Político: "no es exagerado decir que hay una epidemia mundial de depresión", especialmente porque ahora se sabe que más que de una condición, hablamos de una enfermedad que se rige por predisposición genética, como el cáncer y la diabetes del tipo II.
De su lado, el INEGI estima que 29.9% de de los habitantes mayores de 12 años sufren sentimientos de depresión ocasionalmente y 12.4% los viven de forma frecuente. Además, es la primer causa de deterioro en calidad de vida para las mujeres, la novena para los hombres. Es en este sentido que produce discapacidad. Según Animal Político quienes padecen alguna variante de esta enfermedad pierde 2.7 días más de trabajo que otros.
Aún frente a estas condiciones, son muchas las personas que no buscan, ni reciben ayuda. En gran medida porque no hemos aprendido a reconocer los síntomas, a pesar de se pueden volver muy evidentes, especialmente en los trabajos, la escuela y por la forma en la que afectan las relaciones cercanas.
Las enfermedades mentales no se están tomando en serio y muchos mexicanos necesitan ayuda. El asunto va mucho más allá de pedirle a alguien que se calme, decirle que todo va a estar bien, que "el cambio está en uno mismo", o que toca echarle ganas y, en su versión extrema "aguantar vara". A todos nos toca mejorar el mundo de quienes nos rodean y, simultáneamente, volver más agradable el propio espacio.
Podemos darle la vuelta a este asunto. La cosa es mejorar la calidad de vida y el entorno. En la sabiduría local encontramos algunas pistas.
No olvidemos que los remedios no curan, remedian. Esto quiere decir que ayudan a mejorar el panorama. De ninguna manera sustituyen la atención médica y terapéutica. Pero no dudes en acompañarte de ellos.
Comer y beber para calmar la mente
De la tierra mexicana brotan superalimentos; ingredientes deliciosos que son increíblemente nutritivos y que poseen propiedades que mejoran la salud. Algunos como el amaranto y el cacao contienen altos niveles de triptófano un aminoácido que ayuda a sintetizar la seretonina, neurotransmisor con efectos antidepresivos.
No en vano el chocolate caliente se recomienda para sanar la tristeza. Y no debe ser casualidad que el dulce de amaranto se llame "alegría". Hay que comer para calmar la mente y hacer sentir bien al cuerpo.
Volver a la tierra
Algunas plantas medicinales tomadas en infusión, pueden relajar el cuerpo; auxiliar en momentos de dolor; tener un ligero efecto somnífero; calmar los nervios y también levantar el ánimo. Nuestras favoritas son el toronjil, el cedrón y la hierba de San Juan. De esta última, con sabor delicioso y peculiar que recuerda al aroma de la flor de cempasúchil, se produce un ansiolítico ligero.
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Indagar en la sabiduría antigua
No se trata de implicar que la felicidad y la depresión son contrarios. El asunto no podría ser tan simple. Particularmente porque la depresión se puede presentar también como una enfermedad crónica; pero si algo se busca al tratar este padecimiento es mejorar la calidad de vida. Y esto, "el buen vivir", podría ser la definición más apropiada de felicidad.
Para los mexicas eso era claro: hay que plantear un terreno en donde se puede tener una buena vida; sin dejar de aceptar que la existencia se complica incansablemente y que "la felicidad" es un asunto de instantes. Pero el bienestar debe ser estable.
Así, el buen vivir debería ser en México política pública y, al mismo tiempo, todos deberíamos estar atentos de cómo afectamos el día a día de otros, tratando de ofrecer lugares para construirse; y en caso de que sea necesario destruirse (cambiar, cuestionarse, descomponerse, rehacerse) poder hacerlo sin comprometer la vida.
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Dejar que el paisaje envuelva
Múltiples estudios confirman que estar cerca de la naturaleza modifica positivamente la percepción sobre el tiempo, la propia imagen y, por supuesto, incrementa la sensación de bienestar. En México tenemos, hasta en la más urbanizada región, la compañía incansable naturaleza; somos uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo y el campo siempre nos está esperando. Date tiempo de explorar las maravillas naturales que te rodean y apuesta por que los espacios sean verdes; esto es básico para el bienestar de todos.
Ser feliz (a la mexicana)
Si ser felices es tener bienestar, no podemos negar las complicaciones que esto implica en el México contemporáneo. Así, la estabilidad se transforma en una navegación intensa, que evidentemente está cobrando consecuencias, pero que podemos manejar.
Para contrarrestarlo, es valioso recordar algunas lecciones de felicidad a la mexicana:
- Date tiempo de disfrutar los pequeños placeres que te regala la cotidianidad (desde comerte un taco, hasta sentarte a admirar una montaña). Tienes derecho a hacerlo.
- Recuerda que lo "bueno" y lo "malo" son relativos y, además, son solo destellos de una vida larga. Hay que ser gratos con ambas.
- La felicidad es un estado de plenitud; un asunto despreocupado; pero se esfuma. Lo que vale es saber hacer lo mejor posible con las condiciones dadas. Esta habilidad a los mexicanos nos sobra.
- Para los pueblos indígenas continúa siendo vital y más nos vale retormarlo: la comunidad y la familia; la solidaridad con los que nos rodean; estas son las bases del bienestar.
¿Necesitas ayuda?
Puedes solicitar atención gratuita aquí. O llamar a la línea de atención especializada de la UNAM: 01 55 56 23 22 92, 01 55 56 23 21 27, 01 55 56 22 22 88.
Revisa aquí la lista de hospitales especializados en todo el país.
Aprende a reconocer los síntomas, en ti mismo y en los que te rodean: agotamiento físico extremo, hipersomnia e insomnio en periodos prolongados; dolor crónico, y alteraciones bruscas del humor.
Cuídate, siempre.
*Imágenes: Rachel Levit Ruiz, ilustradora mexicana/Imagen destacada modificada por Más de MX.